sexta-feira, 21 de novembro de 2008

Melancolía, perfecta melancolía

Te resistes a triunfar y a barajar las múltiples oportunidades de tu vida, el tránsito subliminal de lo que podrías haber sido y te agarras como un capullo primigenio al tallo que reverdece de la melancolía.


Revistes tu mundo de sombras oblongas como las hojas caídas de otoño en un páramo recto bordeado por olmos salvajes y te resbalas por la pista de aterrizaje patinando febrilmente en la baba de caracol, aunque tu vida dependa ya de ello.


Es la atracción de la melancolía.


Enmudece tus quejas, amplifica tu ánimo cuando la sientes como un efluvio dichoso y dulzón que al traspasar la zona de la lengua degustadora de postres se torna amarga porque te mantiene las noches en vela.


Melancolía.


Quieres depurarla, congelarla para que dure millones de años; se te antoja como una mujer perfecta, una reina de hielo que aunque no te ha encontrado soporta el peso de tus desdichas. Es una vieja conocida para ti.


Decides vivir con ella, sentir por ella, llorar a través de ella. Es una niebla salvaje, un mantra que inhalas en lo más profundo de tu ser, la materia orgánica de la que estás hecha, un gran manto de armiño asesinado, una realeza desterrada, es quien nunca pudiste ser y la esencia de la feminidad que aunque impermeable admiras, ansías, deseas, transitas y te revela tus verdaderas ansias de libertad.


Pero también te aprisiona a pesar de ser un cautiverio fiel y amable, una espera eterna e hidrogenada henchida de lechosa luz lunar, irreverente, con una guirnalda de risas mágicas, femeninas y andróginas que revelan en sus espléndida y seductora sonrisa unos dientes brillantes, luminosos como perlas con vetas de cielo y nubes blancas.


Ella tiene una filosofía y una belleza sangrante y salvaje con brillo amazónico de piel de papiro que te hace enamorarte cíclicamente de ella, sufriendo remisiones continuas.


Sus ojos brillan en la bruma gris de un chaparrón, la tromba de agua en la calle donde se canta bajo la lluvia y te recubre una tiara de estrellas.


Pero es peligrosa. No sucumbas a ella, te roba los cascabeles del presente, los buenos recuerdos del anteayer y la esperanza en un futuro con clemencia. Te escondes del mundo tras su mirada sensible y protectora. Ella es tu guarida, tu amiga y confidente. No espera nada de ti y te escucha y apacigua, pero tras su mirada tranquilizadora y tierna de madre lactante. esta mujer con sonrisa de plata y platino esconde una trampa venenosa, un dardo paralizante, afilado y narcótico.

La dama triste se sirve del inocente querubín de cabello rizado, el bebé Cupido de risas saltarinas que te alcanza con una flecha de nácar mortal e impactante. Apresa tu corazón con un golpe seco y certero y congela tu latido para siempre con el opio garzo de la adormidera. Con lágrimas infinitas y calientes aúllas un canto precioso, una lámina de amor, una sustancia que te nutre y te obliga a esperar para siempre.

¡Huye de ella y no regreses a su prendedor para convertirte en su mariposa de coleccionista si quieres vivir!

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