sábado, 15 de novembro de 2008

Los platos de los cojones IV

Los platos, los platos se están limpiando, los estoy limpiando. Como siempre que limpio los platos los limpio justo antes o después de comer. No me gusta limpiarlos después. Es una obligación y detesto las obligaciones como comer, respirar, dormir, me agobia. La única responsabilidad es la de cuidar de mi familia y hacer mi trabajo artístico porque lo necesito para vivir.

Y tomar el Lamictal, que me mantiene serena, aunque me ha costado mucho el llegar hasta aquí. Tomar una pastilla para ser yo. Me abruma y me tergiversa, pero no hay más remedio, y parece que lo tendré que hacer hasta el día de mi muerte, si es que quiero estar serena en ese momento, que no sé, pero lo cierto es que lo del Lamictal ha sido una decisión. Lo busqué y lo encontré, me leí cientos de opiniones de bipolares y ciclotímicos sobre el tema en internet y al ir a la psiquiatra le dije: quiero el Lamictal. Ella, que tenía un mechón de pelo violeta y calaveras heavy metal de plata tipo Camden Town en los nudillos me dijo: Y ahora háblame de ti. La cosa empezó bien.

Luego encontré a Marilocha, mi psicóloga, que no se alerta si desaparezco durante meses, porque cuando nos volvemos a encontrar hablamos de literatura y otras cosas interesantes. Ha conocido a mi madre, que lloró en su consulta, y ha leído las cartas de mi bisabuelo: "A mis queridos e inolvidables padres y hermanos", empezaba sus tiernas cartas. Recientemente me he enterado que vivió alguna vez en mi calle; siento que le añoro a cada minuto. Él era pintor y su herencia me devuelve, como decían Golpes Bajos.

Total que limpié los putos platos, y me he animado a cocinar algo, casi de rebote. Primero eché una ojeada a los huevos. Los huevos sólo los compro de media docena en media docena. Con lo cual soy consciente de que se acaban pronto. Tal vez dos tortillas y ya está, eso es bastante agobiante, y no suelo comérmelos hasta el último momento, para no tomarme la última tortilla del mes y luego no poder comer más. Las latas de caballa, atún y sardinas son otra cosa. Compro muchas y desde que me enteré que a mi prima le ayudaron mucho las sardinas para un problema de piel, las como sin parar. Aparte que la caballa tiene omega 3 para el coco. Y hace tiempo que subsisto con los omega 3 para el coco. La pasta también tiene un valor permanente y por eso me gusta. Tarda lustros en acabarse, y me gustan las cosas que no se acaban y que te da tiempo a reponer aunque hayas sido indolente y no cuides mucho, porque son pacientes las cosas que no se acaban así a la primera. Van con mi temperamento y su efecto retardado. Dame tiempo, si sólo me hubieras dado tiempo Cuore 2008 ... y tus encuentros ...

Me he hecho una tortilla con hinojo, pimiento, sardinas, ajo aromático, cebolla, algo de zanahoria, almendras, perejil y pimienta. Han sido pocos ingredientes, normalmente pongo todo lo que veo a mano, porque soy excesiva, quiero todo lo bueno de la tierra en mis entrañas, en mis sudores, en mi vida.

Ahora que los platos están limpios no me importa mojarme las mangas del forro polar, ir en calcetines con dedos por la zona de la cocina, recoger algo de comer que se haya caído en el poyete (aparentemente una palabra castellana en extinción, véase aquí , un inciso, palabra probablemente extremeña que llegó a mi madre por herencia al igual que mi talasemia minor me viene de allí) y zampármelo como si nada y dejar la ventana abierta porque con el gas del fogón ya hace suficiente calor. Me gusta limpiar los platos con el bullente y espumoso lavavajillas ecológico Ecover y ponerme crema en las manos luego.

De repente mi cocina cobra vida y me recuerda a un espacio donde se vive la vida, donde hay ecos de cuidados, mimos, porque alguien ha cocinado ha nutrido a otra persona, donde se respira el aire añejo, milenario de la mujer inclinada cortando y cociendo y friendo trocitos de materia orgánica para sus seres queridos, observando cómo comen en silencio o en algarabía, tomándose ese pequeño respiro por la satisfacción de cuidar a su familia.

Cuando veo mis cucharones y cazoletas limpias me recuerdan a otros días más felices en casa, cuando era pinche de mi madre: cocretas, que no sé cómo es si croquetas o cocretas, porque siempre me lío en pleno afán disléxico ... calamares que hay que volver del revés, resbalones en el aceite de oliva que impepinablemente acababa en el suelo, lentejas flotantes o residentes en el fondo de las cazuelas. Y las ollas a presión, que siempre me han fascinado con el pitorrito. Y la grasa que se acumula, negra, marrón, color miel, esa grasa que no importa, que forma parte del ambiente, que forma parte de ti, que no molesta, esa grasa petrificada, acolchada, amoldada, pretérita y presente.

Cosas que no molestan y que encuentran su momento en tu vida, como tantas otras que añoro y que no sé si tal vez perdí con mis viajes, mis mudanzas, mis ausencias, mis llamadas internacionales de teléfono que no calaban y que nunca convencían. ¡Qué hace esa chica por ahí, cuando podría estar aquí, con nosotros, con su familia, con su madre que la añora y quiere ver pero no puede ... Esas cosas crueles que pasan cuando viajas y te eternizas creando hogares móviles que en mi caso nunca parecieron lo que son.

Almendras, almendras, mi madre tuvo antojos de almendras cuando estaba embarazada de mí.

Almendras que se mezclan con los sabores en mi boca, entre mis dientes, ahora en pleno tránsito hacia mi estómago pero todavía presentes con su aroma en mi boca y llenando mis eterna híperosmia con la que nací.

Ya no hay platos que importunen mi vida, mi espacio, mi terruño, mis ráfagas de cocina materna, de olor amoroso de hogar, de salud y crecimiento.

Hoy Bizcochito me ha llamado.

2 comentários:

  1. Tu manera de escribir es tan intensa que cuando creo que he acabado el relato,me dá la sensación de que tengo que sacudirme tus letras por que se enquistán en mi mente.
    Verdaderamente disfruto mucho leyendo tus escritos.

    Hoy es un gran día,para tí,disfruta ese momento bizcochito.

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  2. Gracias, bonita preciosa. ¡Qué ganas de conocerte y compartir! A veces siento que soy como un ladrillazo sideral y que antes de hacerme polvo busco un cerebro con el cual fusionarme.

    Mi Bizcochito está missing today ... Tal vez me sienta osada para mandarle un SMS ... un SOS ...

    Y para ti, un beso y un abrazo. Tu blog

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