sexta-feira, 14 de novembro de 2008

Los platos de los cojones III

Sudar y expectorar. A un lado la calefacción a tope, el calentador exhumando polvorones de vapor ardiente, y al otro la papelera con la desafortunada bolsa del VIPS que va a hacerme de escupidera. Está claro que no voy a poder desligarme de este virus malo a menos que no lo expulse a golpe de H2O y sustancias salinas de mi cuerpo.

Escribo esto después de haberle hecho caso (a medias) a la dueña del restaurante chino de al lado de casa. La que ya sabe el tipo de arroz frito que me gusta: arroz frito con huevo, gengibre, ajo y sin cilantro. Me vio cuando entraba en el portal ayer hecha una piltrafilla pero feliz después de haber acompañado a Bizcochito al autobús y me preguntó que qué tal estaba. Yo no le dije lo exultante que había sido la compañía de Bizcochito, pero con una sonrisa le expliqué que tenía la cabeza gacha por el virus malo. Con un montón de erres que eran eles me dijo que debía cocer un porrón de gengibre con ajo y bebérmelo antes de irme a la cama. ¿Y miel también? Le pregunté yo. Nooooo, nooooo, miel no. Azúcar rojo. ¿Rojo? Rojo. Pero moreno? No, rojo, lo puedes comprar en todas partes. Todavía me pregunto qué es eso del azúcar rojo, pero al final le he puesto miel.

Sudar y expectorar. Empecemos el plan de acción. Un súper baño con la recién encontrada táctica de calentar el agua del baño con la calefacción encendida. Guay, funciona! Después, llevarme el brevaje recién preñado junto con un menta poleo para ahuecar el canal buco faríngeo pulmonar. Bien. Por supuesto la habitual dosis de própolis, Echinácea, miel, jarabe de arce, polen y Remedio Rescate de flores de Bach. Bien. Desde que Bizcochito me cuida yo me estoy cuidando más. Es como una lección sabida. Me meto en el baño con el té y me hundo hasta el fondo, sólo permito que mis manos estén fuera. Me llevo una ejemplar de la revista 2 Deux para calentar algo más que mi piel ... Es una revista de estética les con unas fotos que te suben la temperatura, aunque otras no tanto, por el rollo sado (con respeto) Bien.

Me embadurno el cuerpo de arriba a abajo y de abajo a arriba con aceite Johnsons para que la película fílmica que se adhiera a mi piel impida que el calor quiera subyacer y hasta el sudor se atrape. Cool.

Y ya sé que sería mejor una sauna, pero no tengo ninguna en casa y no me terminan de convencer porque siempre me quemo la piel aunque salga y me tire a una piscina de agua helada, así que por ahora voy a continuar con mi plan maestro. Salgo de la bañera y rápidamente me pongo el betacaroteno, el aceite de Rosa Mosqueta que me dio Bizcochito (vuelvo a pensar en ella y lo adorable que ha sido hoy cuando he vencido mi timidez y he ido a verla a la tienda junto con David, mi amiguito malagueño al que hoy le he regalado un sombrero de fin de siecle y estaba mono, mono; ir con alguien siempre parece menos psicópata, y David piensa que somos una parejita muy mona y que algo hay, aunque luego hemos hablado los dos de lo bonito que es todo lo que nos damos mutuamente ahora ella y yo, y que tal vez si hubiera algo más se disiparía el hechizo y la belleza que estamos creando entre nosotras ...) Bien ... Le he llevado a Bizcochito un bizcochito de esos italianos más duros que un ladrillo, porque le he dicho que es eso a lo que me refería con llamarle Bizcochito y por supuesto me ha regalado un par de besos deliciosamente puestos en mi piel ansiosa por sus labios. Hmmmm.

Ahora me he puesto en el sofá con todo los forros, pijamas, calcetines polares que tengo y la manta forro de Ikea encima, la calefacción a tope y el calentador, y para colmo el gorro de lana. Estoy chorreando de sudor y tengo que secarme las manos a medida que escribo esto. Me corre el sudor por las mejillas, los ojos, entre los pechos y viaja hacia el vientre; sale del cuero cabelludo y espero que en este reguero de sudor salga el horrible virus que me ha invadido en esta última semana. ¡Virus fuera!

Voy a tener que bajar el calentador y la calefacción en unos minutos pero voy a aguantar todo lo que sea posible y si es necesario me voy a cambiar de ropa. Por la noche voy a ponerme encima todos los edredones posibles, porque no le voy a dar tregua a esta gripe pulgosa, simplemente la voy a dinamitar, me la voy a cargar, la voy a carbonizar y petardear y si puedo cañonear de forma canalla, canalla. Ya está bien de encontrarme mal, de estar siempre enferma. Será muy dulce presentarme malita delante de Bizcochito, que obviamente ha funcionado porque le he despertado el instinto maternal y ella es muy tierna, pero no quiero que me vea así siempre, sin dormir, hecha un asco. con el pelo gacho como las orejas de un perrillo pulgoso. Que no.

Por otro lado estoy tan bravucona porque finalmente he limpiado los platos, y de repente la vida tiene otro color y hasta otro significado. Tengo que recordar lo importante que es para mí el tener los platos limpios en mi pequeño piso; ya sé que la gente no puede entender mi fobia y mi traumas con este tema, pero es lo que hay y tiene simple solución, ya lo sé, pero es que si no eres yo no puedes entenderlo. Se lo explicaré alguna vez a Bizcochito si tengo ocasión a ver qué piensa. Probablemente me diga que se trata de energía contenida (sudor chorreando como lluvia encima de mis hombros!) y tendré que pedirle que me lo explique hasta dos o tres veces porque aunque soy admiradora del Tao y de Lao Tse creo que se llama no termino de enterarme de este tipo de cosas. Me resisto a pensar que somos sólo energía, aunque yo sé que a veces mi energía atrae y seduce o resiste y ahuyenta. Es así.

Hoy Bizcochito me ha dicho que tenemos una cita el viernes que viene y que le vaya a buscar a la tienda al cerrar. Me he quedado patidifusa y por supuesto he preguntado con insistencia que de qué se trataba. Ella me ha mirado con una sonrisa pícara y segura de sí misma y yo me he callado y he dejado de fastidiarle la sorpresa con sugerencias gilipollescas. Luego me he llevado a David con su nuevo sombrero por Malasaña, hemos hablado de Bizcochito, porque anteriormente habíamos hablado de su amor en Venezuela, y luego me ha llevado a la nueva sede de IU en mi barrio (a dos pasos de casa!) donde me ha presentado a sus camaradas y he encontrado otro huequito para presentar la peli, montar festivales de teatro, de web 2.0 de lo que se tercie. Para mí es muy importante no tener que moverme de mi casa, que ya he cabalgado lo suficiente por el mundo. Hasta se me han ocurrido ideas para embarcar a un chico muy majo que llevaba el sitio, con un nombre absolutamente precioso, un nombre de árbol, nada menos, y filmar mi largo sobre mileuristas en un futuro que se antoja cada vez más cercano. Sigo sudando, bien, bien.

Esto marcha, seguro que tendría que ir a correr y volver a elastificar mis cartílagos, pero eso es otra cosa que dejé de hacer tras mi depresión en Montreal, antes de tomarme de nuevo el Lamictal, y sí, estoy convencida de que es como los platos, se trata de diez minutos que tardo en ponerme la ropa y las zapatillas (que a propósito, son nuevas y casi no las he estrenado, la primera vez que me compro unas zapatillas caras para correr y ahí están muertas de asco ...) pero como los platos se trata de un terror atávico a algo que no sé muy bien qué es. Es algo así como hacer algo que sé que debería hacer, probablemente todos los días de mi vida, como comer o dormir, cosas que también a veces me dan miedo, es como si no pudiera soportar el hecho de comprometerme conmigo misma a hacer algo a largo plazo. De hecho muy a menudo hasta dejo de respirar, es cierto, yo soy la única que lo sé. Contengo la respiración por largo rato, para subsistir en caso de morirme, de dejar de respirar, es así, no lo entiendo, pero así, así es. Supongo que es un retazo de las veces que he estado deprimida y he tenido pensamientos macabros, de cuanto de pequeña tenía que dormir con la luz abierta por mis miedos nocturnos sin resolver. Es así y no sé por qué pero no puedo hacer nada al respecto.

Si durmiera alguna vez con Poquitos y mi hermana seguro que el bebé nos haría sudar. Mi cuñado no duerme con mi hermana desde que el bebé nació y alguna vez hemos estado mi hermana, Poquitos y yo en la cama, esa cama que crean los bebés con sus mamás con el calor fetal, los olores suaves y la ternura flotando por todas las esquinas.

Mis miedos nocturnos se alivian increíblemente hasta casi desaparecer cuando duermo al lado de una mujer. Ahí es nada. Y si no necesito explicárselo y ella me abraza. Dormí con Cuore únicamente un par de veces, pero todavía recuerdo cómo me abrazaba toda la noche. Me apretaba contra su pecho, su espalda, sus brazos, su piel, su cabeza de una manera que nunca .... Fue absolutamente maravilloso. Y como yo soy friolera no me importa en absoluto. Es como volver a nacer. Aunque luego ella decidiera que no era buena idea continuar, mejor dejarlo ahí, y yo también sabía por qué, pero no, yo no sabía por qué exactamente, pero no le dije nada porque en esas ocasiones te quedas sin habla y se te agolpan las lágrimas en la garganta y crees que te van a salir los pulmones por la boca, se te agolpa el aire y toses como si expectoraras, así que no, no sé muy bien por qué mejor dejarlo ahí y no continuar, Cuore, explícamelo tú.

Nenhum comentário:

Postar um comentário