sexta-feira, 23 de janeiro de 2009

Te lo he prometido


Respuestas amigables y sinsabores tardíos. Me acurruco en el espejismo de tu mirada, no he reconocido como mío todavía el salto hacia tus imperfecciones. Quiero revolver todas las sanciones impuestas, los escenarios tempranos, los principales restos de las emprendidas revoluciones y entregarme fielmente a ti, sin reservas.

Trasiegos transeúntes y perennes, pérgolas de plata y anís con esmeros de niña andaluza el día de su boda. Saltas al tris-tras empeñándote en quererme. Apenas me vislumbras y ya me amas. Es un secreto desprendimiento de ruegos y alborozos, y ya me amas.

Te recibo en suspenso, a ras de vida, intentando mantener una mirada atónita de no saber antes de recibirte; tendré que rastrear las lindes de Marte y las fronteras alunizables y verte tal cual eres antes de aventurarme a pensarte.

Resurjo crecientes tremendas y salientes pardos, y deseo no apresurarte ni vendimiar sinrazones verdes como el fruto impío. Antes de venirme a ti debo recorrer regiones de tierras escurridizas rezumando obviedades como alfileteos consumibles enjaezados de gotas de sudor. No he sabido encajar estos reveses porque me ha faltado tiempo, y es sólo ahora que atisbo a que me conciernan, si fuera algo más que posible. Estas cosas evidentes en las que no caigo, como andar a traspiés por no haber memorizado la secuencia de pasos.

Guardo en mi posesión desvelos de ti y atesoro los silbidos que recorren tus labios campo a través sin destinos ciertos. Me agasajas simplemente con tu atención y mientras puedas verter luminosidades esquivas en tus ciernes, estaré a dos pasos de la gloria, porque creo en ti.

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