terça-feira, 27 de janeiro de 2009

Interlocutores válidos


Ayer saqué la libreta en el metro cuando los trenes iban retrasados. Cuando decidí contra toda lógica multiplicar exponencialmente la duración de mi trayecto añadiéndole un trasbordo a mi viaje sólo para evitar verle la cara al McDonalds de Gran Vía, a la esquina de la calle Montera y a las escaleras mecánicas perennes de la línea azul que parece que te van a tragar en su ignominia facinerosa.

Estaba intentando bajarme del juego de el día tiene 24 horas, sigámosle la pista. No quería encontrarle llaves a los callejones sin salida ni vehículos de fuga a las jugadas de persecuciones en esa película de Tron en la que me había encontrado todo el día. Para empezar me hubiera gustado neutralizar todas las sensaciones físicas que me afligían, descargar la montura (mi mochila) y garabatear el suelo con mis zapatillas durante un rato sin sentir la gravedad.

De repente me di cuenta de que en efecto era lunes, y seguía siendo lunes. Fue muy extraño. Había reflexionado tanto durante el día sobre eso que de repente el efecto lunes ya parecía sublimado. Había estado jugando al ratón y al gato con mis pensamientos: cuando estaba enfrascada en temas de trabajo quería pensar en otra cosa, escribir, trastear, y al intentar escribir me asaltaban las menudencias de mis obligaciones laborales.

"Es como si hubiera perdido mi hilo interior, como si el diálogo estuviera extinto. He salido tarde, tardísimo del trabajo. Parece que cuando sales tarde ya no tienes que enfrentarte a la tarea de evaluar la vida durante el resto del día con ideas fratricidas que cargan contra tu propio tejado. Esa supuesta sensación de satisfacción que otorga el deber cumplido te mece en su regazo, y el mundo, cansado de estar todo el día compitiendo con la grandeza del sol, te trata con benevolencia."

No estaba segura de ir a pasar a limpio las notas de mis viajes en metro. Probablemente iba a optar por no hacerlo. Porque necesitaba descargar mi subconsciente como la fruta recogida en un capacho de paja con total libertad.

"Estoy parada en el andén escribiendo. Me pasa la gente por delante y por detrás. Para mí todo el mundo es desconocido, pero para sí mismas todas estas personas, incluidos los bebés, son viejas conocidas. Han convivido consigo durante el día de hoy y están fundidas en su propia piel, esa piel que ha sido testigo de cientos de intercambios osmóticos con la intemperie. Han cubierto y recubierto su cuerpo con bufandas y chaquetas, como yo. Se han masajeado a sí mismas el tendón de la clavícula, han sufrido indigestiones estomacales con resignación, han flexionado los párpados para vencer al sueño. El día se ha llenado de sucesos, palabras, frases, planes que han rondado sus mentes y han parapetado sus acciones, aunque yo lo ignore todo sobre ellas."

Al final, a falta de interlocutores válidos, he vuelto a volcar el contenido de mi Moleskine sobre mis dedos, estrellándolo en los protones luminosos que se extinguen con muerte súbita frente a mi iris para poder avanzar yo el cursor por la pantalla y mis pensamientos en estas líneas rectas.

2 comentários:

  1. Ssplash cuando estoy enamorado tengo un interlocutor valido, yo escribo cuando mis pensamiento me pesan, como fruta madura, aunque abecés me siento nogal y mis frutos maduran en el papel, el amor propio es un buen interlocutor.
    besos

    ResponderExcluir