sábado, 31 de janeiro de 2009

Reencuentros


Hoy bailan los minutos y los segundos propulsados por la energía solar y pronto la atávica simbiosis de la luna tomará el relevo. La vida es un campo electromagnético de números y escenificaciones aleatorias que reproduce durante horas una danza de fuego atávica y performativa.

Los estados de ánimo son trenzados de ADN modulados por permutaciones orgánico-psicológicas de algorítmos complejos. Renuncio a hacer una valoración lógica, a encontrarles sentido, tan sólo me gusta reflejármelos y reciprocármelos para ver hasta qué punto crean la mise-en-scène de mi vida y dirigen mi comportamiento.

Los sentimientos, las emociones son enormes enigmas para mí. No soy una persona nada lógica, no puedo tomar grandes decisiones a no ser que sean realmente naturales, que surjan del fondo de mi alma, de mi ser. Tengo las manos atadas porque me muevo contracorriente y es sólo ahora y cuando tenía cinco años que me empiezo a sentir libre porque no me propongo nada que no me emborrache, no me desborde, no me surja espontáneamente. Sin embargo llevo a cabo este proceso desde una perspectiva de total responsabilidad personal, no voy a cometer los errores del pasado, no busco darle la vuelta a mi subconsciente para servirle de justificación a objetivos prefijados.

No sé dónde va a llevarme este destierro, este viaje, pero ya he echado anclas, ya soy libre y mi barca se mueve únicamente con la energía eólica de mis pulmones, de mis suspiros, de mis anhelos más profundos. No me he impuesto velocidad ninguna, ni meta, ni destino otro que la libertad personal, la anarquía íntima que todo lo sostiene,

Mi despegue, mi marcha es inevitable pero quiero seguir todo esto muy de cerca para vivirlo en todo su esplendor, comprender de una vez por todas cuando me enfrente a la montaña de despojos que he ido desechando cuáles son mis valores, de qué teorías me compongo, cuáles son las líricas contemplativas que me han obligado a ser quien soy. No necesito respuestas, no tendré preguntas, lo único que quiero es ayudarme a mí misma a dejar atrás todos los totems a los que he estado adorando, incluidos los idealismos, porque estoy segura que por mucho que me desprecie ahora por ser tan poca cosa, tan apática e incapaz de movilizarme de forma activa, mi verdadero ser surgirá de entre los escombros, me hablará y me permitirá aparcar la sensación de angustia que se apodera de mi garganta cada vez que impido que mi naturaleza siga su curso, que mi intuición se exprese.

Jung pasó muchos años sumido en una crisis psicótica-creativa en la que finalmente encontró y entendió la fuerza de su subconsciente, las claves que dinamizaban su comportamiento, se reencontró con su ser interno. Yo llevo mucho tiempo desdoblada, fileteada, crujida, enferma; y aún a riesgo de enloquecer quiero simplificar, darle una oportunidad a la sencillez de mi ser a recomponerse, a vibrar, a sentir de nuevo.

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