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Esta semana estoy intentando abarcar mis estados interiores, ver por dónde bucean, qué se esconde bajo la gasa cuarteada de mis profundidades marinas . Mis sueños nocturnos son profundos, cien mil leguas de viaje submarino e intertextual, y cada cierto número de horas me expulsan brutalmente al espacio exterior como si me faltara aire y tuviera que subir a coger oxígeno. Me despierto a sabiendas de que no recordaré nada. Al soñar me dedico a explorar mis deseos más escondidos, más vitales, pero mi subconsciente no me otorga el privilegio de la escucha. Es una lástima; lo haría todo mucho más sencillo.
En general, a mí no me sirve de mucho el darle cien mil vueltas a las cosas. Las ideas me surgen de forma tangencial, cuando no me obsesiono con ellas, cuando me dedico a asentarme en territorios comunes, cuando me las injerta la literatura o la adrenalina de la acción. Así que supongo que es una tarea vana el querer encontrar ahora las claves de la semana en bandeja de plata.
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