La belleza es un rosal cuyos espinos te tatúan el brazo como una cobra enajenada para inyectarte el ansia de poseerla para siempre. Tras ese momento toda tú te entregas descarrilada a una carrera desenfrenada por la autopista de deseo que sólo ectasias tras tu propia muerte. Su veneno destilado y vibrante circula hasta inundar el caudal absoluto de tu circulación sanguínea, se apodera de las cartografías corporales de tus venas cavas para convertirte irremediablemente, con un efecto inmediato de virus de contacto, en su yonki, en su puta.
El mundo no tiene sentido si no te entregas en carne y hueso a la maldita locura de la creación, a la búsqueda de la belleza que emana de tu propia mente, aunque al encontrarlas ellas desprecien sin piedad tus titubeos y tus excusas vanas
Si no persigues como a jaurías de galgos ciegos las intenciones escondidas tras las yemas de tus dedos, las que potencian tus contradicciones más brutales, tus intuiciones rotas.
Si no destilas tus brillantes ideas y éxtasis creativo y etílico en tus alambiques internos a pesar de haber recibido la condena de la locura eterna, del aqua vitae malherida por los truenos de las tormentas de ideas.
Si no atrapas los murciélagos dorados que escapan de tu inconsciente robándole tu imaginación en bruto, confusa, recién despierta. Te traicionan y te empañan el alma de angustia levantando las lombrices de plata que te surgen con ideas genuinas de tu cabeza y deshilvanándolas de entre el tejido neurotransmisor de tu cerebro mediante crueles trepanaciones.
Si no mendigas las virutas del láser hiriente y cegador de la creatividad.
Si no dedicas cada segundo de tu existencia a pisotear y despiezar tu mediocridad.
Si evitas con todas tus fuerzas malograr con tu indolencia, molicie y estupidez ese destino que te ha deparado tu nacimiento: el de una vida en constante vértigo con el éxtasis, en constante miedo, en constantes despegues y vuelos a velocidades infinitas, y constantes caídas teledirigidas contra tu propio cráter, malgastando cada célula de tu cuerpo en el choque contra el vacío, contra la nada, intentando amortiguar una muerte cierta. Más dura será la caída, te dices a ti misma cada vez que alcanzas el cénit (pero no te escuchas).
Cuando notas el dardo opiáceo de la creatividad recomponiendo las cenizas de tu ADN cerebral con una fuerza, una atracción preternaturales, y el ensordecedor y cruel rugido de los asesinatos de su naturaleza salvaje, lo único que quieres eyacular desde el momento en que notas su sabor metálico en tu lengua es su simiente, sus bastardos.
Tus lágrimas están plagadas de sus toxinas y alimañas, tus labios apenas pueden contener en sus pliegues la carga erótica de las noches que pasaste embriagada entregándote a ella y a sus poderosos besos ardientes. Tus sábanas sangran el sudor de las interminables madrugadas en vela que las empaparon con sus huestes de ideas siamesas encadenadas en trenzas de margaritas incendiadas por su fuego.
No te quieres dar cuenta, pero esta zorra te está desangrando. Te paseas por el mundo, por la calle como un alma en pena, con un rostro céreo, lívido, en constante búsqueda, porque vives por ella, para ella; y sin ella se apoderan de ti las náuseas, enfermas, buscas tu propia perdición, todo por un gramo de vítrea inspiración, una dosis diaria de creativa lucidez, tu raya de combustible glial. Sin ella eres una mierda. Con ella sobrevives un día más.
Hola, Abutrí
ResponderExcluirSí ... lo siento. La belleza es violenta, y el crecer duele. El crear destruye ...
Besoss
Ssplash, crecer no duele, el dolor, nos hace crecer y
ResponderExcluirla aceptarnos nos hace mas humanos , y puede ser
que parar crear haya que destruir, pero también a partir
de la destrucción hay que crear, Ssplash me pierdo en
la marisma de tus palabras, pero no te quedes con mi
palabras, que de literatura no entienden nada.
besoss
Hola, Edu
ResponderExcluirPero este dolor que sentimos por nuestra sensibilidad exacerbada es un tormento alienante y cruel. La sensibilidad y la creatividad son nuestras amantes, pero tienen nuestras vidas ensartadas en un espino, nuestros ojos sudando lágrimas y nuestro corazón en suspenso, al borde de un infarto anafiláctico.
Nuestra vida está asediada por ese dolor y no estoy segura de que nos humanice, porque a veces yo estoy segura de que me embrutece. Las emociones que me provocan dolor también pueden causarme amor extasiante, pero seguro que eso proviene de una pasión ecce homo. No sé.
Besoss
Ssplash hay dolor que nos parasen insoportable, pero nos depuran, nos hace ver lo importante, de lo superficial, el dolor es un transito no un estado.
ResponderExcluirSsplash, deseo que encuentre ese camino
Hay está! es la violencia la belleza de la belleza... El vicio, la inmortalidad.
ResponderExcluirYem ...i
ResponderExcluirSí, el vicio inmortal ...
Genial verte por aquí. Tu blog es fecundo e híper dinámico. Me gusta.
Besitoss