quarta-feira, 21 de janeiro de 2009

Estados de ánimo


Llevo todo el día transitando y relatándome todo lo que siento en contraposición con lo que veo. Es un territorio maleable e incierto, sobre todo cuando tu estado de ánimo falsea el paisaje. Los colores de un estado de ánimo cargado con témpera de plomo pierden vida y música, y son como las imágenes de los sellos de tinta. Les falta mucho.

Lo que veo es una combinación de rampantes bicéfalas, respuestas primarias, combustiones fatuas, sinsabores ciertos. Me he enredado en una gran ranura de inciertas entradas y orondas salidas, asientos preferentes y raudos cinceles romos. Son las previsiones en torno a un único tema de discusión, como muy tarde el silencio embutido en sondas inalienables de trifulcas y permeables tientos. Se trata únicamente de revisar la visión que ha encallado y entregar los calibres que más te repliegan.

En este momento estoy arrendándome el alma a la ganancia. Me observo desnuda, encerrada en el espacio y me pregunto sus entresijos, las salidas que encontraré. Cómo voy a dejar de ser la pasajera del sueño y revivir las frutas del bien.

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