segunda-feira, 23 de fevereiro de 2009

Viajar


Es un momento incierto de hábiles cegueras donde no confío en mi propia inexactitud. Es un momento de extrañas aperturas hacia lo desconocido. Es un instante en el que me gustaría escaparme a un viaje largo, sin rumbo y ser una simple espectadora. Ir donde mi personalidad no se inquiete ni llame la atención, donde se puedan hacer kilómetros con la mera intención de ir lejos a un lugar correlativo.

Donde el tránsito hacia la lejanía capture mil ritmos estancos y pueda ver a pinceladas retazos de querencias, de intuiciones, y saber lo que quiero, lo que me espera, a lo que tengo derecho propio. Simplemente un viaje para adquirir certezas al vuelo, no rondar momentos específicos, planes ni designios. Para ir estirando el tiempo como una serpentina, situarte en tránsito para desprotegerte de las rutinas diarias, los saltos en falso hacia lo previsto, los constantes saludos en paralelo.

Un viaje con la suficiente comodidad para trasladar el sinsabor en sin saber, para otear la escapada y moverse en esa dirección, para simplificar la salida.

Y dar saltos de precisión hacia el siguiente kilómetro, imbuida en la velocidad y la rapidez. Sentirme acorralada por prisiones de calma, radiantes de incertidumbre suave y negociable. Caer rendida en principios de un trance susurrado, suspiros en blanco y sentimientos que cruzan los pormenores finos del paisaje.

Los tranvías de deseo afloran su pasaje de imprevistos en volubles itinerarios con certeras brumas. El trayecto es visible aunque no haya objetivo a la vista. Cada día es una acumulación de lejanías, un sombrear los bordes de los mapas. Sólo quiero ansiar recorridos, izar cientos de velas al métrico paso de los lindes de las ciudades. Rezumar libertad.

Um comentário:

  1. Como te has quedado suspendida en mi mente esto es lo que ha asociado:

    Discurso en la oficina de objetos perdidos
    " Perdí unas pocas diosas camino del sur al norte,
    también muchos dioses camino de este a oeste.
    Un par de estrellas se apagaron para siempre, ábrete, oh cielo.
    Una isla, otra se me perdió en el mar.
    Ni siquiera sé dónde dejé mis garras,
    quién anda con mi piel,
    quién habita mi caparazón.
    Mis parientes se extinguieron cuando repté a tierra,
    y sólo algún pequeño hueso dentro de mí celebra el aniversario.
    He saltado fuera de mi piel, desparramado vértebras y piernas,
    dejado mis sentidos muchas, muchas veces.
    Hace tiempo que he guiñado mi tercer ojo a eso,
    chasqueado mis aletas, encogido mis ramas.
    Está perdido, se ha ido, está esparcido a los cuatro vientos.
    Me sorprendo de cuán poco queda de mí:
    un ser individual, por el momento del género humano,
    que ayer simplemente perdió un paraguas en un tranvía. "
    Wislawa Szymborska

    besos casi de martes

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