sexta-feira, 27 de fevereiro de 2009

Hombro con hombro


Me gustaría estar a tu lado. Hombro con hombro, brazo con brazo. Para sentirme atrapada en un espacio cuadrado de ensueño, de perfiles reconocibles, a tu lado, de viaje. A tu lado, en pausa. A tu lado, para no vivir siempre entre espacios vacíos. Tu brazo es el reflejo de tu contención, de tu forma de mantenerte, de recoger a tu alrededor las ideas que se te van ocurriendo. Si no me hubiera sentado en este vagón de metro en este exacto lugar no te habrías decidido a sentarte conmigo.

Podría ir a tu lado mientras nos huyeran los minutos, y se helaran las horas. Tú podrías estar al mío entre tanto abrir y cerrar de las puertas del vagón, con el display electrónico luminoso anunciando estaciones; lo veo de reojo, porque he debido acurrucarme un poco, y aunque no nos conocemos cuando te miro te sonríes mirando al frente, y sabes que estamos encajadas en este vagón, en este espacio, y tu hombro mullido encuadrando el mío. Y eres una perfecta desconocida. Pero esta sensación es también perfecta, es pura serendipity.

3 comentários:

  1. Reflexiones de metro: Cuando vivía en Madrid usaba lo justo el metro (sólo cuando llevaba prisa). Solía variar cada día la forma de ir o volver sólo por darle una nota distinta al día (procuraba caminar largo y tendido o ir en bus para no perderme todo lo que la ciudad tenía que contarme). Sin embargo, al bajar las escaleras de cualquier línea de metro tenía la sensación de que entraba en el gran túnel del 'autismo'. La gente silenciosa, autómata, intentaban no 'mezclarse' con los demás (salvo si tocaba hora punta porque ahí el roce es difícil de evitar); no compartir periódico o lectura del libro que fuera. Bajo los auriculares, las cabezaditas a primera hora, las miradas perdidas -indirectamente- huyen del ser humano. Hasta en los asientos, los de esperar la llegada del metro, sirven para alejarse de cualquier contacto (son tres y la gente tiende sentarse en los extremos...'ay soledad de los extremos que miras, siempre, en dirección errada'). Y ahí entraba mi pequeña rebeldía...empezaba por sentarme justo en el asiento del medio por romper la norma preestablecida (si están cansandos no les queda más remedio que 'rozarse'); dentro del vagón buscaba miradas con las que, aunque fuera un sólo segundo, intercambiar un fugaz pensamiento de complicidad. Les sonreía con los ojos, la sonrisa de la boca puede causar confusión en determinados momentos. Y con estas pequeñeces me sentía feliz por establecer microcontactos humanos en una ciudad, que si te descuidas, puede devorarte).
    Y ya ni te cuento en el autobús. No hay nada mejor como ser de las primeras en subirte a ese bus que te lleva a cualquier sitio (Ciudad Universitaria, Moncloa, Cibeles). Eliges, de partida, el asiento que más te gusta. Pero si tienes la delicadeza de ir a los asientos del fondo tienes el mejor palco visual de acciones humanas: comienzas a ver cómo cada persona q sube fugazmente echa un vistazo a todas las que está sentada y decide (en una micromilésima) dónde sentarse o con quién compartir (en el caso de que ya no quede más remedio que tener que compartir asiento).
    Así que...me ha encantado tu 'hombro con hombro, brazo con brazo' y todo lo demás.
    Besos

    PD: la expedición ha sido todo un éxito. STOP. Tengo cantidad suficiente de 'litiobits' para dejarte. STOP. Si las/me necesitas, sólo tienes que silbar (como diría Lauren Bacall). STOP. Más Besos, SIN STOP. ;o) Anónimusgirl

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  2. Hola, Anónimusgirl

    Muy loables tus intenciones de toma de contacto con la ciudad, con sus gentes ... A mí tampoco me gusta ser ignorada. Hay ciudades diferentes en ese sentido, en San Francisco y por California la gente te dice hola todo el rato aunque no te conozca. Es una sensación feliz.

    Creo que en Madrid hay tanta acumulación de historias y tan poco tiempo que no tenemos la capacidad de multitarea para mostrar interés en los demás.

    Esta chica se sentó a mi lado y me arrulló, no sé cómo, no sé si fue consciente, creo que sí porque fue muy agradable y muy simpático. No estaba interesada en guardarse su propio espacio, tenía muy buena energía.

    Lauren Bacall silbando, menuda estampa de sensualidad :-)

    Cuídate y un beso

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  3. Tienes razón. Cada ciudad es un mundo en materia de contacto humano. Sin embargo, en el cso de EEUU creo que ese 'hola' constante sin que las personas se conozcan se debe a ese individualismo que les caracteriza, a ese 'hacerse uno mismo'. Los estadounidenses son intrépidos exploradores del contacto. Tienen a su favor que son agradecidos -por lo menos conmigo siempre lo han sido y eso me han trasmitido (aunque hay de todo en botica)- cuando alguien les muestra un mínimo de cercanía y amabilidad. Se esfuerzan por complacer (aunque luego tengan ese distanciamiento fruto de su necesidad de 'espacio vital'). Pero también es verdad que,en ocasiones, los extraños nos resultan más cercanos que quienes conocemos y pueden llegar a reconfortarnos mucho.

    PD. Lauren Bacall silbado...mejor ni pensarlo porque la mente se me va...jejeje, pero para sensualidad, el contoneo de la protagonista de 'Deseando Amar'..uff! vaya cadencia en el movimiento.
    besossplash!!! ;o)

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