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quinta-feira, 12 de fevereiro de 2009
Apprivoise-moi!
Hoy en el metro un músico cantaba:
Es la historia de un amor
como no hay otro igual
que me hizo comprender
todo el bien, todo el mal
Que le dio luz a mi vida
apagándola después
Ay que vida tan oscura
sin tu amor no viviré
Y me pregunto yo que tan ocupada estoy con la disección de cómo experimento el amor ... me pregunto por qué tan a menudo el amor a mí me sabe ha sabido a desamparo y a desalojo. Quisiera saber de qué se trata realmente esta vacuidad de vanidades que siento y que yo llamo amor cuando en cierto modo muchas veces seguro que no es más que una concubina suya.
Me enamoro con rapidez, me encapricho con una intensidad excesiva, ¿será verdad que l@s Piscis necesitamos estar enamorad@s para existir? Pero yo creo que mientras sienta el amor de esta manera estaré muy lejos de poder experimentar la verdadera esencia de esa rara avis.
Por lo pronto estoy intentando que el amor no suponga la renuncia del ser, una equivocación refinada, la sobrecarga de tareas externas. También he renunciado al ansia de que mi amante o el amor mismo me complete. Sí, deseo fervientemente que mi amada me explore, me observe, me asesore y me anime, pero desde que rompí con mi ex he tenido claro que yo debo ser en el amor entera pero incompleta, porque no puedo supeditar mi crecimiento personal a los dictados del amor, sus exigencias, a la rendición incondicional promovida por el deseo. Por eso he emprendido desde entonces una búsqueda por el amor verdadero y tangible, que no es más que el que yo puedo extirparme de mí misma.
Al principio me dio miedo que fuera una renuncia a la búsqueda y al posible encuentro con una mujer maravillosa, pero con el tiempo me he dado cuenta de que esta nueva actitud de superación personal y auto-actualización me abre los ojos y la mente a todo un mundo de posibilidades. Porque ahora tendré la oportunidad soñada de observar a la persona amada sin exigencias, sin pedirle explicaciones, sin trampas de seducción. Nos veremos desnudas en el descampado de nuestra mutua intolerancia, sin ataduras y con la única comprensión posible: el sabernos deliciosamente extrañas, separadas, únicas y sin necesidades impuestas.
Ella y yo tendremos oportunidad de conocernos, tendernos puentes, como el zorro observando al Principito; sin especulación, sin cuerdas o ataduras, sin banda sonora acojonante, con total legitimidad, con responsabilidad ante el vértigo del cariño. Sólo así la veré a ella como un sol naciente y emprendedor, con todo su misterio que no intentaré ni abarcar ni descubrir, sino con la seguridad de encontrarnos ambas en constante crecimiento. Cuando ese día llegue creo que estaré preparada. Creo que estoy preparada.
Créeme, de ti no espero nada y no exijo nada. No te examino, no te sueño, no te siento; te deseo, quiero entenderte sin juzgarte. No sé quién eres y por eso te desconozco. No he asumido roles para ti, ni renuncias, ni tareas, ni ansío realmente poseerte. Si estás lejos te querré igualmente. Estimo que mi intuición al prenderme de ti ha sido verdadera, inmensa, y veo cómo crece de día en día. No te tengo ahora porque nunca te he tenido y nunca te tendré.
Tú eres un escorzo del viento, una preciosidad, un privilegio, un saludo en mi diario devenir. Te he elegido porque todo aquello que siento dentro de mí en ti encuentra un eco, un soporte, una inclusión. No me juzgues, no me temas, no me quieras poseer. Estamos en igualdad de condiciones. Sé que tu corazón se ha extraviado: te lo han robado y todavía no te lo han devuelto. Sé que en el transcurrir de los próximos meses lo pedirás de vuelta, te reencontrarás con tus temblores cardíacos, tus reverberaciones emotivas, y la tromba inmensa de necesidades que han quedado al descubierto tras tu último amor-alud, tu amor extranjero que no te permitió medirte de igual a igual, que te expulsó de su lado como una rebelión fallida.
Ese dolor que sientes es tu alma incompleta, es tu ruptura con los dogmas del enamoramiento, de la razón que cayó dormida mientras tú te enamorabas y sufrías. Yo estoy aquí y ahora y seguiré estándolo, no sé por cuánto tiempo, aunque sí sé que no te entregué mi corazón porque tú no lo necesitas. El amor que ya siento por ti es el mismo que presiento. No te conozco lo suficiente para saber lo que tú deseas del amor; tal vez una renuncia absoluta a todas tus facultades racionales o de buen juicio ... tal vez una recaída, la ductilidad de tu persona. No lo sé. Tú has sentido el amor como un arroyo violento y turbio que ha arrancado todo aquello que tú misma pusiste como rehén. No te queda más remedio que volver al paisaje desolado y recobrar una última imagen para borrarlo de tu mente.
Y no te olvides del zorro. El zorro es tuyo.
Postado por
Admin
às
13:50
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No vas a estar en Madrid para tu (nuestro) cumple?? yo que pensaba organizar una fiestecilla juntos...
ResponderExcluirEsa cancion que escuchaste en el metro es igual que la que cantan en los patios okupas, llenos de humo, frio y complicidad.
ResponderExcluirDing-dong-ding.
Proxima estacion: Patio Maravillas
Luis
ResponderExcluirNo, no estaré, pero pensaré en ti cuando me acaricien las olas (o me tiren en plancha) :-)
Sir.rio
Veo que ya no te importa si llevas corbata o no ¡te tiras a la piscina!
;-)
Era un avión de papel algo dañado, como aquel soldadito de plomo que recorrió las alcantarillas de cualquier ciudad y se lo tragó un pez.
ResponderExcluirEra y llegó volando, y se metió por tu ventana, la que da al segundo patio por el que arrojaste aquella toalla, y tú lo encontraste un domingo, y después de dormitar un poco más tu pereza en la cama, te decidiste a repararlo con un poco de celo que había en un cajón del mueblecito rojo de metal...¿te acuerdas?...