quinta-feira, 19 de fevereiro de 2009

Serendipity


Prenso las hojas mientras las escribo, y te siento perenne. Asomo ligeramente por un lado, disconforme y movilizada. Pierdo las gravitaciones mientras las sorteo a una mano de cartas en una sola jugada. Tengo todo el tiempo del mundo para frustrar mis cavilaciones. Me siento encendida y extraña. Como una candela en una calle de antaño, entre deseos de lumbre.

Pero soy yo quien busca el calor, el ardor, las madreselvas con buenas nuevas. Hoy ha sido un día de entreactos y he pasado de uno a otro con la espera de terminar aquí donde finalmente he llegado. Es un destino perfecto; no me tiraniza, me arropa. A veces necesita vislumbrarse a sí mismo y dejar de estirar corazones.

De nuevo me obligo a arrancarme de este sitio y volcar todos mis deseos tanto satisfechos como insatisfechos en mi cama, en el sueño. Sé que mañana tengo espacio para volver a intentarlo todo de nuevo, pero no va a ser lo mismo. No siento lástima por este día que se aleja abanderado, para unirse con los demás, dejar su hatillo de desplazado, de itinerante en el camino. Mañana vuelve a abrirse la botella de champán, vuelve el misterio, porque siempre me pregunto cuando salgo de casa qué es lo que siento, y siempre, inexorablemente siempre, es algo, tengo respuesta, tengo ambiciones para el día que se acaba de gestar que sólo puedo orientar con el ánimo con el que me he levantado y transito.

Por eso sé que mañana, como hoy, será un día sorprendente al que analizar con fascinación de microbióloga. Hoy me he dedicado un poco más de tiempo y he empezado a trillar el camino para unos días de descanso, con menos estrés, con más sentido en todo. Es difícil, pero me tropiezo todos los días con un ser que es poesía en movimiento.

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