segunda-feira, 20 de abril de 2009

Viajes


Es un viaje distinto a la mayoría de los viajes. Reconozco que mis viajes son pequeños, poca cosa, como mucho viajes que emprendo para evitar andar media hora o poco más. Ahora como tu casa está en la otra punta me encuentro viajando a través del espacio -en 45 minutos para llegar hasta ti, son los sempiternos 45 minutos que he de repetir muchas veces en el futuro hasta que se me hagan familiares, y no tenga que pensar en el viaje y los trasbordos, sino que simplemente decida qué es lo que voy a hacer, decirme a mí misma, qué es lo que va a pasar, porque siempre pasan cosas en un viaje o al menos se te pasan cosas por los ojos.

Mis viajes son alunizajes, son trayectos truncados en un destino, son como estas páginas, como las hojas de los árboles que acabarán siendo pasto del humus vegetal y literario. Son minúsculos torbellinos del entendimiento, de la prisa, de la pretensión de estar en más de un sitio a la vez. Son la medida entre un túnel y otro y una barrera de luces rojas y blancas entre destinos.

Pero yo suelo preferir los viajes cortos, cuanto más cortos mejor. En realidad me gustaría que fuesen tan pequeños que terminara siendo como si no me moviese del sitio, como si simplemente se tratara de tragar aire como un pez y expulsar una burbuja. Como escudos del murmullo de la llegada de un tren, y de repente fuera el de su trasbordo a un lugar cálido, sin esfuerzos, sin reflexión, sin complejos.

También existen los viajes sensuales que para mí son como si la mente te mintiera, y hoy que es domingo te dejaras invadir por esa tragedia dominguera, replegable, pastosa y embaucadora. Los domingos para mí sólo son buenos para conocer a gente. Para llevarles por el viaje de tu vida hacia el doblez de tu identidad, de tu personalidad. Y escapar de la semana anterior, pero también de la que viene.

Por eso más que un viaje es una escaramuza, una palanca para escabullirte por debajo de la cotidianeidad, de la imprecisión, de tu ánimo, de las inquietudes pasajeras, de la circunstancias, las vedas, los insultos, la rabia, el mareo, el tumulto, la confusión, el trajín y la rueda de la ratoncita que, total, no te llevan nada más que a un viaje a ninguna parte ...

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