
Felipe II exclama en El Escorial asomado a las ventanas:
Mi amada, mi armada, quemada!!!!
Anclado en genuflexiones,
soñando con galeones
las manos en oración
rodeado de blasones
Boabdil, Boabdil, retorna a Granada, infiel
que ni enemigo navío ni marea ni corcel
se asemeja a lo perdido
que en Bretaña naufragué ...
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