sexta-feira, 10 de abril de 2009

Deseo de ausencias



Prensados febriles, minaretes falsos, improntas fallidas, encontronazos varios y golpes, golpes bajos. En mi vida, la que fui, recibí su trascendencia con siluetas imposibles de dulces despertares, ausencias improcedentes, bebidas indisolubles, permanencias natas de finitas dulzuras rezumando salvia envenenada de deseo insatisfecho.

Ahora vienes tú y me nombras, como si el olvido comenzara en este segundo y terminara su impronta en el sesenta. Ahora vienes tú y me rescatas del insomnio del amor en vela de deseo confitado, de las tristezas confabuladas y sempiternas, del rayo que no cesa, del mundo sin control y el futuro en espiral.

Por ti olvidaré los orgullos empedrados, los miedos devoradores ya empezados, las noches sin tregua, las llagas infestadas de lágrimas ácimas pero calmantes para dormirme sin la eternidad.

Las aves rapaces se encogen en tu presencia, y los alacranes se retiran aún ufanos. A las nubes las impactan corrimientos de tierras, y el tremendo desgaste de mis alas de ceniza al corporizarse de nuevo impulsan a mi ave fénix a probar a remontarse una vez más, vuelta atrás en el tiempo, como un polluelo torpe nacido en primavera un 9 de marzo. Un día antes que tú ...

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