Las instalaciones de software son como emulaciones de pensamientos virales, como réplicas virtuales del paso del tiempo y la corporalidad de los hechos y de los procesos en la vida.
Cuando veo los paquetes de bits, los bins, los pkg, los zip y los rar en mescolanza con las barras de avance del volcado de datos, siento cómo mi respiración se acomoda a las revoluciones radiales, sistemáticas y desbocadas de la grabación del disco duro. Mi ingenio e intelecto se asemejan a la aguja del disco de acero inoxidable de su interior, y mis pensamientos y confesiones lúcidas y recuerdos del día se arrullan con el sonito rítmico, articulado del metrónomo cirquense del corazón dentro del procesador de mi ordenador.
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