No tendré esa suerte de que sea sábado, sabadete. A pesar de tener sábanas limpias, después de una semana sudando en la cama. Y digo que no seré afortunado con el final del dicho (sábado, sabadete, sábanas limpias y polvete. Es así, ¿no?) porque me quedaré en casa. Con esta faringitis y amigdalitis agudas, no estoy para aguantar los humos de nadie en los bares.
También estoy cansado, por fin arrivo a casa después de esta jornada con Bárbara, cocido gocho que ha preparado que nos ha dejado sin respiración a Chisco y a mí. Dallane, prepara la banda de Miss Castilla-La Ancha, que este año me la quedo. Que sea en púrpura.
Tenía que comprar unas zapatillas del Atlético de Madrid para mi tío. No ha sido fácil encontrarlas. Además, hemos vivido toda una aventura para llegar a Arenal desde Gran Vía, ¡pasando por Cortilandia! ho-rro-ro-so. Alabo a los padres/madres de familia que se atreven a abrirse hueco en el tumulto para que sus churumbeles disfruten de ese muñeco gigante que va descompasado con la música. Su boca por un lado y el playback por otro.
Ahora que lo asimilo, hemos empezado y terminado las compras con sexo. Qué pecaminosa es Bar. Nos hemos paseado por las estanterías de una tienda de sexo a primera hora. Y hace un rato estábamos en Berkana pasando las hojas del The big penis book.
Yo soy más cateto para esas cosas y me he dejado llevar por la oferta de 5 euros de Amores iguales. Antología de la poesía gay y lésbica. Y como están de aniversario, cumplen 15 años, me han regalado Glamour en antena.
-Bar: "Uy, ha sido un regalo muy propio".
- ¿Por qué lo dices, Bar?
es sábado, sabadete, cena y polvete
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