terça-feira, 16 de dezembro de 2008

Probables aliteraciones



Leo las primeras hojas de Por el Camino de Swann, de Proust, y me doy cuenta de por qué he decidido llevar este ritmo lento (o por qué no puedo evitarlo). El presente no alberga tantos misterios para mí como el momento pasado, extasiado, aliterado. Como soy de efecto retardado apenas puedo sentir si no es rememorando, reflexionando, hincando la pluma en el papel, efectivamente retardando el impacto, the coin dropping, de una emoción o una idea en mí. Esto es ridículo, lo sé, cada vez estoy más tarada, pero le hago justicia al reconocimiento de que tantas cosas que sentí ahora veo en su verdadero contexto. Porque me sitúo en remansos donde finalmente contemplo al pasado aflorar como pétalos de rosas blancas llevados por la corriente tornadas en mariposas romas, ascendiendo por el aire límpido, aspirando ahora sí al ancho tórax del cielo.

Mis emociones se encuentran en el pasado perdido y recuperado, y cuando me encuentro yo también lo hago en esas recónditas coordenadas de quien fui, que es quien quiero ser. Hoy me han preguntado otra vez por lo que hago. Me resulta difícil hablar en presente y mi torpeza me distrae. ¿Que qué hago? ¿Cómo me defino? He pasado tanto tiempo intentando definirme que a duras penas encuentro ahora las palabras. Yo misma soy una incógnita, pasando por el hecho de que no sé qué voy a almacenar de hoy hasta la noche y en qué historias fabulosas se drenará este hoy en el espacio escrito o en el de los sueños agitados de mi litera.

Mi pasado no puede descansarse. Al leer a Proust siento cómo los círculos gravitatorios que define para expandir el tiempo y describir un instante en una eternidad se parecen mucho a cómo yo confío el presente a su narración y devoro mi vida. No me basta un instante para (re)descubrir las características de un objeto, la mirada cálida de una mujer o el movimiento de un espejismo en retirada. Es más tarde, tras una sarta de insensatas casualidades y pausas, que llego a buen puerto, que comienza a rezumar mi necesidad de mí, las emociones que me causan las personas y los acontecimientos, las sensaciones replegadas que se expanden como el vapor de agua en un velo de muselina.

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