sexta-feira, 26 de dezembro de 2008

Pilot


Dentro de mi fijación elemental y compulsiva por atesorar bolígrafos y rotuladores Pilot en la encimera de cristal de mi mesa estándar de Ikea se encuentra la apreciación del baile fluido y calmante sobre el papel que cualquier otro bolígrafo parece incapaz de hacer tan bien como los de esta marca. Los Pilot acarrean el ritmo de mi apresurada y bordoneante escritura de forma inmediata. Me permiten sostener el punto céntrico gravitatorio de mi pensamiento textual y retienen la punta justo lo suficiente para conjeturar y concebir la palabra antes de que mi muñeca se deslice vertiginosamente y con un golpe innato y neuro-óptico ejecute de forma instintiva un movimiento gestual que me arranque la palabra para verterla en la página.

La viscosidad y secado inmediato de su tinta es también un factor inalienable e inconmensurable para mi preferencia por la escritura con este bolígrafo. La prisa que tengo por rellenar las líneas imaginarias de mi particular grafología en el manto blanco del folio me hacen necesitar un aliciente para volver atrás y bordar y acicalar la palabra con su correspondiente acento o la pajarita de las tes.

Mi escritura se nutre sin duda alguna de los recuerdos imbricados en mis pulgares, la punta callosa del dedo índice por los recorridos del papel y el arrastrado encomiable del dedo anular que hace de acompañante borracho y retrasado. Aprieto el bolígrafo con demasiada ansiedad, premura y sentido de la urgencia, y remato con trastaverada impotencia, como si temiese que las cuerdas del arco de un violín estallaran en pleno giro y brinco radial en el aire. Por eso sujeto el espacio entre la punta móvil del bolígrafo y el papel transversalmente, con el aliento siempre retenido a cada impulso por miedo a detener el empuje de las nociones imaginarias, la marejadilla de pensamientos en flor.

Las patrullas fronterizas imberbes de las columnas mínimas en blanco que permito existir a cada lado de la línea escrita ayudan a mediar entre el espacio preñado de ideas y el primigenio e impoluto. Me permite una pausa para recabar información en la carga de tinta de mi ayudante más fiel y mi consejera más fértil.

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