domingo, 14 de dezembro de 2008

Chicle barato

Te cogen, te mascan y te escupen.

Me da a mí y lo digo sin victimismo, porque se lo estaba contando hoy a mi amigo David de Málaga y me estaba riendo con el tema, que alguna gente me está tratando como el chicle barato. El que pillas, mascas y escupes pronto cuando ya le has sacado la poca enjundia y saborcillo que tiene.

A ver, con esto no digo, de verdad que no, que yo no valga ni una piltrafilla, sólo que sí que es importante encontrarte con personas que te crezcan, que vean tu potencial antes que tú misma, que te adoren (si es posible, ¿por qué no?) y que llenen tu vida con piñatas de fantasía y chirivitas.

Cosas que pasan.

Este finde, que no ha acabado, porque no pienso irme a la cama pronto (aunque debería) estoy reflexionando sobre lo que quiero. El trabajar menos me está permitiendo esto y además, el ver a la gente corriendo como si perdieran el único y último tren a San Petersburgo, me hace querer quedarme aquí tranquilita, tomando mi tiempo para hacer las cosas. Me ha gustado mucho eso de darme cuenta de lo mal que me sienta el estrés porque eso hace que intente estar tranquila todo el tiempo, bajar el ritmo, tomármelo con calma y vivir la vida. La vita e bella, ¿no?

He pasado la semana con unas cuantas personas que han devorado mi energía con su negatividad. Yo sé que la vida no es fácil para nadie pero estoy segura de que con un poco de ayuda se viviría mejor. En último término, lamentablemente sólo puedo ayudar a mi entorno y también sé que otra gente se encuentra en situaciones muy diferentes a las mías, así que podría callar la bocaza a veces, sure, pero mientras la sociedad esté enferma las soluciones o paliativos individuales son difíciles de avistar entre tanto caos. Y yo no quiero que el caos me alcance, o, mejor dicho, que me vuelva a pegar la peste.

Ya tengo el lío de mi padre entre manos y parece que hay que tomar decisiones duras y como lo veo planeando en el horizonte borrascoso no voy a adentrarme más en las oscuridades. Quiero luz, caballitos de feria y música ambulante. Eso es lo que quiero.

Como una película de George Cukor. Como la que he visto hoy con mi diosa Katherine Hepburn. Yo quiero ser como Katherine.

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