sexta-feira, 26 de dezembro de 2008

Noche en vela


Es en las noches en vela donde la vista no descansa, las sierpes se enderezan y te comienza el suma y sigue, donde el silencio se alborota y el tiempo te duele. Donde se anhelan las vistas al mar y las conversaciones en secreto. Los ojos introvertidos ya no observan ni consultan. Y el granulado de la oscuridad le otorga otro perfil a las cosas.

A las noches en vela les cubre una colcha tricotada de preguntas. El futuro es el día siguiente y el segundo siguiente. Las bombillas y las lámparas de pantalla cóncava se utilizan como escafandras, y se intenta leer y sentir la noche como una historia que se despliega sobre su tela de seda negra.

Me acuerdo hoy de esas noches ligeras de verano rellenas de semillas de diente de león soltadas al viento. Noches de verano pobladas de cuadernillos negros con sus hojas de pizarra abarrotadas de cuentos de tiza entremezclados entre rosa, azul y verde caramelo. Donde los proyectos literarios toman forma y surgen de la nada de chicle, y los contenidos de los relojes crujen al igual que las maderas orgánicas y vivas de las patas de las mesas.

Los cuentos sobre soldaditos de plomo se reordenan y caen aplastados los unos con los otros como las hojas de un acordeón. Se olvidan los olores mojados, los árboles manchados, la ropa sudada, y tan sólo se aprecia la ropa que suspiro. Todas las cicatrices de la historia pasada de las casas aúllan al unísono y las huellas dactilares brillan y vibran persiguiéndose las unas a las otras. La nada se convierte en el todo y las palabras escuchadas y pegadas como lapas a las paredes se desconchan y columpian en los átomos de oxígeno incierto y respirado de las habitaciones.

Las manos diestras se convierten en zurdas y las personas con miembros corporales fantasmas recuperan la carne perdida asincopadamente. Ya no hay misterios: los cuentos se escriben solos ágilmente, la respiración se vuelve frágil y ácida, los abundantes dolores musculares y los calambres de los nervios radiales del cuerpo se amplifican porque la persona debería estar descansando en su acmé. Y en vez de eso el sueño acarrea y arrastra diéresis confusas y saltarinas que se cotejan entre sí como canicas ambulantes.

Esta noche en vela mi estado de ánimo es febril y triste. He pasado unas horas alucinada, conteniendo la respiración, dejándome retroceder a las tierras del sinsentido. Me alegro de escribir esto ahora sin que me preocupe qué hacer con ello. Hay gente tan válida y poderosa que me recuerda la estampida de mis pensamientos, el desorden acicalado, mis ciclos lunares, la imposible huella de mis ideas repetidas.

La ropa de ayer se acumula en la silla acomodándose a su respaldo como a una percha. Lo peor de todo es tener que levantarme mañana y acometer rutinas mundanas. Ver a la misma gente de ayer, tener planes que no se pueden explicar y que no me pregunten, atender las obligaciones que te precipitan a ser más persona y menos texto, más corpórea y menos amnésica, más trágica y menos simbiótica. Son menudencias que tienen su importancia al igual que las hojas de olivo le aportan su sabor al aceite.

Los pormenores de la vida que se detiene son los que fijan este sabor salado a la noche en vela, este fervor eléctrico a mi pluma, esta necesidad de hablar con garabatos crujientes sobre las páginas, deseando que se pudiese escribir sobre papeles de periódicos a contraluz, a solas pero arrullada por las distancias. No ansío más. Tan sólo aspiro a prorrogar la noche hasta dentro de un mes, con ciertos descansos tácticos, con la ayuda de bufandas, el calor enajenado de un brasero cósmico a la luz de la luna, sin que salga el sol hasta que las frecuencias lunares se completen y la tierra dé un giro significante y reinstaure los temblores de la gravedad. Entonces renazacan las amnesias periódicas, las mariposas de lamé, las cigarras mudas y las luciérnagas que siempre relucen con sus chasquidos en todas las bandas sonoras de las películas.

Al menos sé que cuando toque no hacer nada yo andaré perdida en graves entelequias, luces cenitales y sueños con cáscara sin que ningún ápice de realidad se interponga a mis célebres argucias y aventuras híper textuales donde los acentos valen su peso en oro y los cargan con pólvora.

Nenhum comentário:

Postar um comentário