quinta-feira, 3 de dezembro de 2009

Cefalea en tránsito


Me encuentro con los resonantes vuelos encendidos y las serenatas del sudor evaporándose dentro de mi rebeca de lana en este viaje a través de los resuellos de la noche, en indescriptible esencia y luz.

Bramidos especiados dentro de luceros incesantes, olores crujientes y mareos encadenados. Me suenan los oídos en medio de este temblor. Mis intestinos se repliegan en su prevalente turbulencia. Miro al fondo de la oscuridad con cierto malestar.

Plástico brillante y lujurioso, como el brillo de mi piel de nylon. Mi dolor de cabeza lo forma un botón de mercurio en cada sien.

Salto como una canica en estos túneles en concubinato con la noche.

Persistencias, desvaríos invariables como termómetros de zinc enraizados y resistentes. Me mezo en las letras inoculadas a trozos en el tintado que invade la noche. Encuentro pocos emplazamientos que valgan la pena. Retengo el aire atragantado por el mareo que sufro. Estoy viajando y apenas reconozco los moldes metálicos repetidos en los que tenemos que emplazarnos.

Recorro la memoria para refrescar trazos de esencias perdidas, frases inoperantes que apenas desafían a la razón. Préstamos de la incoherencia y sus radiofrecuencias. Últimamente veo a mucha gente leyendo en el metro mientras yo escribo.

Me gustaría ser implacable con las vistas invertidas de los escritos que nunca darán a luz. Mientras la migraña altera su tensión y virajes de alto voltaje.

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