Ya se encuentra el día en la última recta final, la que le pondría el broche, la etiqueta de aceptación. Me dispongo a cruzar Madrid en un viaje de 40 minutos de duración sin transbordo. Hoy he tenido rubores de satisfacción cuando he logrado salir de un sitio para dirigirme a otro.
Esa sensación de huida y salvación que me ha permitido relajarme entre hiato e hiato mirando a ver si me era posible encontrarme, sentirme plena de energía renovable. Por lo menos he despertado mínimamente y ahora voy a ver a I.B., ya hace un día y medio que no nos vemos y me gustará sentirme cerca suyo otra vez.
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