segunda-feira, 14 de dezembro de 2009

Sensaciones


La sensación es la de apretar un vacío muy inflado. De romper un tejido muy mallado. De borrar una mancha muy densa y recortada en forro doble.

Nadie escribe en los vagones, las reflexiones no se empapelan. La tinta se disgrega entre sudor y carne limpia a borbotones escuálidos para ensamblar preparados químicos orgánicamente tratados.

El entorno está camuflado por sus propias pestañas de acero. Esperas que todo el mundo alguna vez piense lo mismo que tú, pero es fácil llevarte la contraria. Te zarandeas sin rumbo fijo hasta salirte de la órbita terrestre. Es curioso: pensar en merodear lejos de la tierra es una idea reveladora, como un alambique sideral de amplias impresiones de cristal cincelado así en forma de lanza, con botellas circunvalantes y curvas estrechas y sumergibles. El futuro parece irrepetible pero se aleja a cada paso como una estrella fugaz, como una solución inacabada, como las sinfonías de las nubes de las bajas presiones.

Hay melodías entregadas al llanto. Un llanto alegre que desafía al aliento jadeante de la melancolía, de la tradición de volar sin paracaídas, en franco desafío con la gravedad y las reglas de la naturaleza invencible y cercana, como los cantos de un río soterrado, o los copos de nieve radioactivos que presumen de oxígeno activado.

La realidad, la vida, te trae y lanza comportamientos entrenados fuera de ti, de tu alcance, de tu campo de acción. Acciones que sacas adelante sin convicción, con inútil lucha.

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