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Tus manos y las mías recorren brisas indómitas, septentrionales. Nuestras manos escenifican todos los parajes, se perfilan en todas las dimensiones para aprisionar el espacio de aire entre ellas. A veces me dueles tú como te quiero yo, y es el cruce tibio, enredado de nuestras miradas el que se rinde y nos porta.
Le doy un beso a mi hermana y se me hunden los labios en su piel morena, arrebujada en melanina. Se me queda el beso apresado y juega durante un rato y da un par de cabriolas que rodean su nariz birracial que es como una guinda deliciosa. La abrazo y noto un calor precioso, como de manta de amor.
Nuestra melanina besa hacia dentro replegándose, enfundándonos, es un grito de cálido afecto, una invitación al territorio.
Yo quiero uno de esos besos (será que hoy estoy aletargada y necesito que el sonido de un beso me despierte, jejeje).
ResponderExcluirbesos, sonoros. Anónima ;o)
¡¡Anda!! empiezo a notar los efectos de la melanina. Mis mejillas adquieren otro color, con más lustre (no el pálido y ojeroso de quien ha dormido 4 horas y le queda una larga tarde-noche-madrugada de trabajo). Gracias guapa, no hay como un beso para renovar fuerzas. Besos a mares. Anónima ;o)
ResponderExcluirHacerme sitio que me uno!!.
ResponderExcluirPues puestas a enviar besos, yo os envío a las dos un cargamento. Muackisssssssssssssss!!!!! ;o)
ResponderExcluirAnónima