Te recojo en mis pensamientos donde aparecen saltos y pinceladas semioscuras, como perlas tergiversadas de oriente incierto.
Retengo la respiración sin apenas objeciones para entregarte cientos de pañuelos blancos en posición; firmas que asaltan tu corazón embebidas en ternuras. Sería capaz de interrogar tu ausencia si me afirmaras que en tu relación de intereses figurasen todas aquellas razones para marcharte.
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