Escribir sobre la conciencia cuando la conciencia se te escapa no es sencillo. No estoy ni soy consciente. Transvivo entre libaciones mentales de gran calado, me mezo en un suave atrincheramiento de lo inesperado para regular las incursiones en la realidad.
Derrapo en la fina película impermeable que recubre los lapsos de mi comportamiento. No yazco en los pensamientos soterrados, no persigo razonamientos infundados, no sopeso con claridad los inconvenientes del presente, y así me entretengo y avanzo sin controlar apenas los pasos en falso, con una extraña sensación de indefensión, con mínimas impresiones esbozadas.
Es una prolongación de un incipiente desorden extrapolado.
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