quarta-feira, 27 de agosto de 2008

Noches de encefalograma plano, y tanto por hacer

Odas recias al cielo inanimado y plomizo. Valores de desfase. Curvas retorcidas para frenar los impulsos acomodatorios. Noche cálida aplatanada que ha sido arrebatada a las luciérnagas vespertinas. Estúpidos reflejos de color mayonesa en las farolas. Cúmulos de ecos y sombras, se puede escribir a oscuras y se puede hablar a oscuras.

El rastro auditivo del impertinente tubo de escape de una moto se extiende en el aire como un reguero de agua sucia y enjabonada. Coches silenciosos como ánimas en busca de descanso recorren veloces las calles vacías, éstos son símbolos pueriles de la despensa del visceral superávit económico. Solares vacíos y luminosos sin sentido emanando una luz chillona desde lo alto de las tiendas cerradas. Desatendidos menús de cenas de restaurantes vacíos cuelgan de los tablones de anuncios que se desplegan a lo largo de la acera.

Pasión por escribir sin respirar ni parar en los semáforos. Noches dicharacheras repletas de solitarias e irreverentes gentes que raudamente penetran los portales que se abren y cierran. Edificios de bancos forjados a golpe de solidez presupuestaria pululan por doquier, pero yo estoy con cinco euros hasta fin de mes.

Hombres e hijos ambos embutidas las piernas en bermudas y cogidos de la mano hacia la eternidad. Razas compartiendo juntas los andenes de metro. Miradas enigmáticamente sostenidas en el aire y yo con miedo de dejar caer mi abono transportes y no poder viajar en metro ni en autobús en lo que queda de mes.

Rugidos y resoplidos de los trenes como vacas mugiendo al unísono. Mis ojos no pueden respirar tan enrojecidos. Dudo que cerrarlos me proporcione el alivio suficiente. Noticias en la tele-metro hablando de los usuarios de ADSL.

Un hombre destornillando un panel de anuncio publicitario me saluda jovialmente con la mano. No tengo ni idea de lo que significa.

Otro hombre con el brazo sangrando en una gasa expectora residuos de nicotina, arsénico y células cenicientas de los disecados bronquios de sus pulmones.

No me molesto en quitarme la mochila de puro agotamiento y parezco una tortuga Ninja nocturna, encorvada en su peregrinación a lo largo de los túneles subterráneos de la ciudad. El coche del metro navega raudo y veloz por este averno urbano pero como no es viernes la gente mira al suelo con la mirada perdida sin expectativas de salvamento. Las cabezas de tres kilos de peso se descuelgan y se doblan acrecentando el cansancio de la gente. La capacidad pulmonar de los viajeros se reduce a una tercera parte excepto cuando hinchan el pecho para levantarse en su parada.

No puedo responder a la marabunta de ideas rescindidas que pueblan mi mente, me lo niega el agotamiento. El vagón del metro en mi parada, Bilbao, tiembla y retrocede tras un avance indeciso como haciendo un amago de humor para que el pasajero se pregunte si de verdad parará.

Descubro que los bolis Bic de toda la vida escriben mejor en mi Moleskine que los Pilot que llevo utilizando todo el verano.

Esquirlas de agua del aire acondicionado que me esperan a la vuelta de la esquina de mi calle me duchan encima como el agua de dispersión del césped, pero nunca me molesto de no pasar porque me olvido cada vez y me gusta la frescura (pero no los gérmenes).

Mi calle tiene vados para los contenedores de la obra que nadie respeta.

Estoy exhausta pero sé que podría activarme si tú, quien quiera que seas, estuvieras esperando en mi portal.

Buzón con carta del banco que llevo ignorando todo el día.

Calor en el piso, ordenadores encendidos todo el día subiendo los archivos de seguridad de mi corto, bajándose pelis. Mañana probaré Samba para compartir archivos entre el Mac y el Pc tanto con MacOs 9 como Macos X. Me he pasado toda la mañana haciéndolo en vez de montar la peli pero necesito copias de seguridad de los archivos de montaje tutiplén.

No tengo hambre y no ceno, lo que me viene bien para comer el desayuno de mañana con ganas.

Duermo y espero sueños dinámicos adrenalíticos y no espejos de algún lugar del alma donde la mediocridad se aloja conjuntamente con la paranoia.

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