sexta-feira, 1 de agosto de 2008

Me he pasado todo el día ...

Estoy un poco envuelta en sopor, voy a proponerme firmemente trabajar en el corto por las mañanas ahora que tengo turno de tarde. Eso quiere decir ponerme las pilas y hacer avanzar la carraca. Me encanta que se me metan ideas como lechugas en la cabeza e ir trabajando en mi huerta narrativa, pero tengo que empezar a trabajar un poco mucho.

Tengo problemas para el desarrollo sostenido de esfuerzos de larga duración e intensidad. Me despisto con demasiada facilidad, como la niña fantasiosa que se pierde desligándose de la fila escolar. Es que en el fondo sigo buscando con afán el continuar enganchando la cadena de dopamina con novedades y oportunidades intelectuales y evito los tiempos muertos.

Es como si mi mente quisiera hacer listados de cosas que quiero y puedo hacer como el granero de la hormiga trabajadora para que cuando venga la crisis sepa por dónde tirar. Y las crisis han sido mis desfases y descoloques varios. Ahora mi reto es realmente el ponerme en marcha con un único proyecto y ver cómo evoluciona, con sus pasiones, estrecheces y pequeños empujones y despegues.

No me gusta llenarme la mente con un monotema pero no tengo más remedio que hacerlo y confiar que eso va a hacerme reencontrarme con esa maravillosa persona que soy yo misma. Con sus defectos, sus peculiaridades y su vital potencial.

Me he pasado todo el día hablando conmigo misma. Estoy satisfecha de haber pasado algo de tiempo trabajando en el corto, así no tengo que proponerme el hacerlo mañana. Lo mismo voy a irme a correr. Voy a correr y así no me voy a sentir con la culpa de haberlo dejado olvidado tantas semanas.

Mi padre está enfermo y no voy a ir a verlo al hospital. No quiero más rechazos, latigazos e humillaciones. La noticia de su enfermedad y su ingreso me ha enfadado porque una vez más tengo que detener mi vida por su culpa.

Han pasado unas horas y se ha aclarado el ambiente: lo siento por él.

Estas alteraciones del ánimo no me permiten situarme. Intento volver al estado anterior pero siento que he perdido las coordenadas que me asían. Supongo que hay potencial dentro de mí que no ha sido explorado. Tengo que seguir trabajando para detectar una progresión y continuar mi sueño. El sueño aletargado que me alberga es el de tener continuidad, creer en cierta logística de futuro y disfrutar del presente.

No debo perder nunca el contacto conmigo misma porque es lo que me mantiene fuerte y entera. Y depende de mí el hacerlo más verídico y sincero. No tengo que compararme con nadie ya que yo soy mi única medida comparativa.

Ahora que no estoy con nadie me imagino que mi futuro es tan poco imaginable como el hecho de estar algún día juntas. No me puedo imaginar para nada que alguna vez habrá alguien que quiera compartir su vida conmigo, comprenderme y quererme tal como soy. Cuando he estado más imaginativa y llena de alegría esta imagen se ha simplificado y parecía posible.

Lo único que tengo que hacer es confiar en mi capacidad de trabajo y mis facultades imaginativas. Cuando la vida sin mí se despeje debería permitirme gozar de la vida, por lo menos temporalmente . En esos momentos es cuando debería tener la capacidad de ir forjando las pequeñas rutinas cotidianas. Esas rutinas se decantan copiosas como de flor en flor y suspiran viables y tempraneras, son breves.

Me he deprimido un poquito a raíz de encontrarme un poco enferma y luego lo que ha pasado con mi padre. Cuando estoy en el trabajo me amarga escuchar lo activa que está la gente y lo estancada que estoy yo.

Vida a trazos. Limitada y poco hábil. Precintada con cinta pegajos e inane. Vida con los muelles internos destripados. Escenas mínimas, tensiones acumulativas.

En este momento me encuentro sentada con estupor en el cuarto de mi madre. Escondiéndome de la posibilidad de tener que defenderme de ataques verbales y quién sabe si físicos por parte de mi hermano.

Esta situación es suficiente para poner los nervios de punta a cualquiera. Pero yo tengo que recurrir a la relajación y la distracción como vías de escape. Es lo mejor. Reflexionar sobre los desastres naturales es una locura que sólo produce más daño.

Hay que distraerse y permitir que las locuras enquistadas embistan con el cierzo. Aligerar el denso lastre al que se rinde pleitesía y romper las cadenas de las sujeción y el desaliento. No se puede claudicar ante la osadía de las corrosiones mentales. Hay que erradicar la triste melancolía, la fuerza que empuja y te saca de las arenas movedizas.

He conseguido sumergir mis penas en una cortiina de humo y no las he visto delante mío durante unas horas porque he estado muy ocupada con el trabajo.

Echo de menos el verme en un ambiente ilustrado donde aprenda de mí misma un poco todos los días. Pero he decidido no utilizar mi tiempo en lamentar y rebobinando a mi pasado, niso proteger mi futuro.

Claro, no puedo pasarme demasiado tiempo pensando en el futuro: no me da para horas y horas, no soy una escritora futurista. Pero si quiero activarme y embarcarme en algo tnego que pensar en planes y proyectos de futuro que me ilusionen.

Nenhum comentário:

Postar um comentário