domingo, 24 de agosto de 2008

III. Mi vida sin mí. Montreal, julio 2008

Me estaba columpiando en la veracidad y la claridad de mis sueños recién dormidos.

Creo que a Cuore le soy bastante indiferente. Es una pena, pero lo mejor es dejarle tranquila. Tiene que haber muchas mujeres atractivas con las que además se pueda hablar. Debo alejarme de ella porque esta chica (o yo) rebaja mi autoestima al mínimo. Se ha perdido la magia para siempre. Bueno, por lo menos sé que soy capaz de sentirme atraída sexualmente por alguien. Creí por un momento que mis instintos estaban bastante dormidos al respecto.

Lo estoy pasando mal estos días, la verdad. Estoy embotada y me siento frágil. Ni siquiera estoy corriendo estos días después de haber empezado muy fuerte con mi tío y haber corrido con increíble vitalidad. Lo que pasa es que me he ido deshinchando. Mi cuerpo terminó padeciendo dolores nunca vistos. Llegó un momento que mis gemelos chillaban de dolor al rasgarse. Menudo desastre. No encuentro a nadie que me quiera. Mi tía y mi tío (y mis primas) me tratan como a la realeza monagesca. Me han mostrado tanto amor que ha llegado a axfisiarme. No me considero obsesiva, la verdad, es más bien un delirante martilleo de emociones negativas que hablan por sí solas y me controlan como a una muñeca de madera de cerillas.

Tengo bastante poco éxito con Cuore, aunque la verdad es que la mayoría de la gente que me conoce disfruta con mi compañía. Tengo que seguir mi camino, me conducirá a conocer a gente que me quiera por mi intelectualidad y también por los escombros de mi deslucida belleza interior.

La sensación que tengo es de vacía actual y miedo al futuro. No sé por qué me ha costado tanto estar aquí. Llevo meses aburridísima con internet. En los últimos días he intentado encontrarme a mí misma, desnuda e inalterada. Tiene que ser posible el tocar la fibra sensible de una misma y redimirse ante su presencia. Ante el reverberado brillo del ansia, el dolor decapitado, el desconocimiento complejo del momento siguiente. El último movimiento de este aria confusa y emasculante me ha incapacitado.

Es como si lo que estoy haciendo es realmente una realidad paralela de lo que realmente quiero hacer. Me gustaría poder vivirla así. Lo que experimento de forma directa no es satisfactorio ni sofisticado. Es como una tela acribillada por agujeros; francamente decepcionante.

A veces me siento, por ejemplo en este preciso instante, como un bolsillo vacío. Como si tuviera hambre vital y salvaje, visceral. Es una sensación que me escuece por dentro, empieza en el doblez de mi pie, asciende, se resguarda en la carne hinchada de mi gemelo derecho, navega de forma trasversal, encoge mi abdomen y aprehende mi garganta. Pero no puedo gritar ni exhorcisarlo para desahogarme.

Si pudiera conseguir residir en el otro lado, en mi subconsciente, por lo menos creativamente, lograría desembarazarme de las plagas neumóticas y los come come físicos que me impiden respirar a pleno pulmón en este momento. Estoy intentando recordar pero cuando estoy en un periodo híper activo el mundo exterior es una realidad virtual acelerada y las ideas se prenden como brillantes alfileres en mi mente: no hay manera de que estos recuerdos se trasladen después a la memoria a largo plazo. Y las etapas depresivas son una mierda que sin duda mi cerebro por ansias de supervivencia animal quiere descartar.

I'm broken hearted
Empty headed
Dull minded
Sick, plagued with pain

Dolor de cabeza
Ardor de estómago
La boca me sabe amarga
La garganta está rasposa
El cuerpo deshidratado ralentizando su ritmo hasta la saciedad
Es como si desconociera el placer: no existe, no ha existido nunca.

El bolígrafo tiene piezas rotatorias azules y la tinta le ha abandonado.

Traspasar los límites
Robar por las villas como un canto descolorido. Tienes una idea que surge de otra idea y decides plasmar un escupitajo de Ventolín. Reprendes al enano que brama entre multitudes de molinos de viento. Supones que el malestar cotdiano que sufres se imbúe en otros antojos. Nos pitidos del pájaro cojo árbitro de la brisa árida se centrifugan en el motor diletante, parsimonioso y absorte en la rutina del motor recalentado e ígeno de la calefacción.

Es necesario retirar las cubiertas de las lanchas del pasado, encender el brillo alpino de las lunas recurrentes. Expresar el olvido, las soledades imbuidas de olor a hiel. Los minutos están siempre en suspenso, el futuro es un mito de nidos abandonados, no se puede esperar, siempre te duele el presente. El presente, el segundo actual, la pesadez, el martirio del avance de nuestra propia existencia que nos ensancha la inercia, pero no nos recupera nunca del cansancio.

La inercia inerte de los pasos en falso, de la negación de nuestra soledad. El repicar de los pájaros y el retorcerse de las dinamos lejanas. Bordes límpidos, trazos suaves e instrascendentes, insectos inperennes, agujeros de malla metálica. Cajas repicadas, bordes de sombra y luz marcada. Extraños matices superficiales, plático blanco, frío y barato. Sensaciones premeditadas, verdes, remolinos de hierba y rastrojos secos.

Incoherencias propias de la edad madura. Inexistentes paredes, azules impropios, avances inexorables e impenitentes de las nubes regias y duo tonales. Interpretaciones vagas de memorias corruptas, el pase del tiempo en travestismo interno de las identidades propias y ajenas. Farolillos rojos que proceden de células culturales, inexistentes y retorcidas. La memoria no existe, tan sólo la experiencia. Ritmos doblados de luces generadoras de entusiasmos sin motivo. Redes deshilachadas incapaces de rastrean los caminos mnemotécnicos por los pensamientos insomnes, vanos, sin destinatario.

La vida de los insomnes es como el pensamiento descaminado, desenfrenado y desencaminado.

LA ALEGRÍA DE VIVIR NO ES TAL, ES TAN SÓLO URGENCIA POR ESCAPAR.

La tramoya mal pensante es una, es hiriente, en una trola que retumba y se pregona por miles de altavoces mediáticos. Basta con que persigas un sueño para que dejes de soñar y que dirijas tu pensamiento a la racionalidad consciente para que remita tu creatividad. Admiro a aquellas personas que pueden corpamentalizar sus ansias con sus quehaceres . Mi creatividad, señores y señoras, no está a la venta por razones de carencia de dueños y de destino. Laberíntica hazaña. El único futuro es auto flagelarse, consumirse en el paroxismos de su aislamiento y retumbar con un sonido monosilábico y trifásico en la soledad de su auto reconocimiento y posterior auto olvido.

No me siento identificada por mi género, mi historia, mi ropa, la imagen que me devuelve el espejo. Mi inconsciencia es tal que casi había renunciado a mantenerme a mí misma con vida. Podría enfrentarme al eco y su negación imaginada en negativo, pero todo lo demás me resulta un esfuerzo vago y sobrehumanamente compensatorio. Es difícil darse cuenta de esto.

No puedo reconocerme ante tamaños cambios de intensidad y modificarme a la carta ni tan a menudo. Es un desencuentro amoroso muy prolífico. A veces sólo se puede encontrar aire seco entre los dos extremos de la incomodidad. Y que la tinta azul dé vida a todo de forma lineal.

Desconcierto fulminante, palabras francesas en este Montreal lanzadas al aire, demudadas, extripadas al cierzo y sin connotaciones emotivas para mí. Frases en forma de acordeón, sin recovecos cálidos, entornadas, ciertas, sin recorrido, cazadas en un vuelo muerto, repleto de esperanzas estériles, sin cómputo de tiempo.

Establecimientos comerciales erráticos, levantados como campamentos que forman soliloquios modernos, nocturnos e inenarrables. El mundo del absurdo, de las percepciones es más fidedigno que es simbolismo de lo correcto.

Hay múltiples narraciones mutantes, sabes honestos y sencillos, trayectorias de insectos prefectamente bien trazadas. Información excelentemente inepta, de gran fragilidad, susceptible y reciente. Transida de las mínimas rotaciones, suplidas por los sueños y agonías. Saben cuáles son sus próximos movimientos: la incoherencia y la multiplicidad de separaciones y oquedades. Son las soledades de la inexperiencia, la falta en vivo y en directo de iniciativa. Lo hemos escuchado todo: insuficiencia, mala voluntad, inutilidad, graves acusaciones que en mi niñez se convirtieron en perdicciones de personalidad.

Y yo voy percibiendo los cambos de las aristas de las nubes, la mínima fatiga que invade el todo. Mi personalidad está entumecida por la variedad de temblores y la falta de tranquilidad. Es algo poco satisfactorio dadas las coordenadas oportunas. Quería analizar este sentimiento de alienación y reencontrarme con la fluidez azulada añil del reencuentro o el alejamiento. No puedo escribir sobre lo ridícula que me parece la historia humana y lo mucho que me aburre la información en los periódicos.

Debería reaccionar ante ello y mi sentido de la moralidad se ofende cuando no me importa nada lo que está pasando porque ya no puedo aprender y localizar nuevas estrategias de futuro. Cada persona se encuentra es su propia y diferente dimensión. La mía es la del escepticismo por no conocer mi propia individualidad. La solución a mi desdibujada personalidad.

Quiero empezar a trazar los nuevos planes par conquistar el centro clave donde reside mi personalidad. El punto neurálgico donde residen las claves y los beneficios de una amplia convicción en que tras grandiosa observación volcada hacia el mundo no propio lo único que no desmerece de esta organización biológica trasgénica es el encuentro con la obviedad de la mente. Estas son varias y tergiversadas, el molde escogido por los publicistas para nivelarse.

¿Qué les ha pasado a los novelistas que se codean con el poder y el orden establecido?

Nenhum comentário:

Postar um comentário