sábado, 4 de outubro de 2008

Mejor así

Me he pasado otro día y medio instalando la tarjeta de sonido Protools y una nueva configuración del sistema en el otro Macintosh para que los chicos de sonido puedan trabajar más rápido. Estoy agotada y harta de ser la mujer biónica. Además es increíble: dos minutos sin lavar platos o abriendo latas de caballa y sardinillas por no poder cocinar (una cuestión práctica, hay que lavar primero los platos, y los Macs siguen pidiendo atención) y la casa y mi cabeza parecen un torbellino de pensamientos enrocados y malignos.

El tema del sueño ya lo tengo comprobado; está claro que mi sueño emocional es intenso y larguísimo, y basta que pierda el reparador un par de días para que mi sistema inmunológico se vuelva loco y me haga un ser desdichado. Lo he hablado con Marilocha, mi súper psicóloga. Me ha dado su mail, así que sin abusar le lanzaré pensimientos afeminados de vez en cuando (dudo si cuándo tiene acento aquí).

Mi memoria a corto plazo se ha recuperado más o menos porque aunque he cometido la estúpida torpez de irme a la cama a las cuatro de la mañana ayer y por consiguiente levantarme a la 1PM hoy, es dormir, y sólo dormir lo que me salva de mí misma. Estos días he soñado lo indecible y me he levantado sobresaltada. Está claro que lo que no proceso durante el día se convierte en pesadillas trogloditas que me devoran la inconsciencia. De hecho me quedo tocada durante parte del día con ellas. Hoy había no sé qué de un hurón o una nutria que se me escapaba por la habitación; éste es un sueño recurrente, el de los animalitos -gorriones, normalmente, que se me pierden, porque de pequeña quedé traumatizada con un pajarito que nunca apareció. Supongo que salió por la ventana, pero ni mis hermanos, mi hermana ni yo quedamos lo suficientemente convencidos; lo vimos meterse detrás de los armarios pero no salir en ningún momento, no pío, pío ni nada.

Así que este famoso sueño emocional me persigue durante el día si no le doy suficiente solaz. La creatividad me ayuda porque me refina las neuras y me hace enfrentarme a partes de mí misma que en el fondo son las que se están continuamente desvirtuando en mis sueños. Ésto de los ordenadores no es casualidad porque esa manía que tengo de instalar y desinstalar es lo mismo que ser testiga de cómo mi mente refluja su información sin interrupciones. 

Así que a pesar de los pensamientos negros que me han acechado desde el viernes después de la siesta he conseguido remontar, doblar la ropa, sacar la basura y limpiar los platos, que tampoco eran tantos. Si sólo se trataba de dos días, pero como siempre me agobiaban con su materia orgánica en descomposición y su continuada presencia, y también me he duchado antes de irme a dormir en un santiamén. Me he puesto la crema facial de 25.000 unidades de vitamina E, germen de trigo, aceite de aguacate y aloe vera, y la he mezclado con aceite de argán (descubrimiento de este mes) con aceites vírgenes de albaricoque y avellana, manteca de cacao, aceites esenciales de ylang, ylang, lavanda y sándalo. Y es que quiero seguir cuidándome aunque esté sufriendo una infección por eso de no cuidar el sueño restaurador. Pero me la estoy tratando con própolis a manta.

Radio 3, jazz en Vitoria con Cassandra Wilson: un lujo.

Mens sana in corpore sano,
está claro. Por eso estoy escribiendo en vez de irme a la cama, porque tengo que descargar esta cabecita loca. Me he dado cuenta de que esta semana no he leído lo suficiente. Bueno, siempre leo miles de cosas en la web, pero desde que voy a la oficina no tengo sitio donde sentarme en el metro y además no he sido persona ninguna de estas mañanas. De hecho me he dedicado a comer porquerías que normalmente no consumo: panceta, pan de trigo, galletas, etc, porque tenía un hambre feroz. 

Mi necesidad de comunicarse se está extendiendo. Me gustaría explicarme un poco mejor en la web, establecer contacto con otra gente, pero por ahora sólo estoy plantando la semilla y no sé muy bien cómo voy a conseguirlo.

Esta noche voy a regular mi sueño. Me voy ahora mismo, aunque tenga sensación de que todavía debería hacer miles de cosas útiles como leer Guerra y Paz, por ejemplo. Voy a dormir nueve horas y media pase lo que pase, simplemente porque necesito hacerlo, y seguro que por la mañana amaneceré con pensamientos plácidos. Así sea.

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