Preciosa y leve corriente de aire enardecido que me entretiene el alma.
Retazos posibles de musicales bardos y entretenidas gotas de simiente tosca que perdura en su vapor y en su goce nocturno.
Lívidas veras de rápidos relieves, a duras penas el suave e hiriente bramido se sepulta en seco.
Me integro sin prisa ni asperezas al rápido atardecer y levito brevemente en el abismo incontrolado de este dolor de cabeza que me consume.
Se agolpa en mi entrecejo, se apoya en mis tabiques nasales, empuja mi frente a los lados y me envenena el pensamiento con trasgénicos efluvios.
Necesito hidratos de carbono, azúcares navegando por mis venas para contrarrestar las ganas de dormirme aquí mismo de pie o en brazos, lo mismo da.
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