segunda-feira, 15 de setembro de 2008

Ángeles

Aquí ando, a la 1:30 de la madrugada haciendo copias de seguridad del borrador de la peli. La verdad es que tiene buena pinta, me estoy riendo mucho y se me están difuminando las heridas del rodaje. Me gustaría saber lo que opina la gente que ha participado, va a ser interesante.

Estoy haciendo copias porque no quiero imaginarme la situación si me entran en casa y me roban el ordenador (Dios me libre). He escondido las cintas pero en fin, todo es posible, aunque por lo menos podré ir tirando. Debería haber hecho un duplicado de las cintas. En cuanto termine el borrador voy a ir a algún sitio y hacerlo.

He estado trabajando duro estos días: mis ojos están secos y continuamente los apaciguo con baños de manzanilla y lágrimas artificiales. También me tapo los ojos de vez en cuando para que los conos y los bastones se regeneren como mi hermana me aconsejó. Las gafas de ordenador con cristal verde especial que me hizo ahora me valen; curiosamente hace una semana me mareaba con ellas, mmhhh.

Al principio me parecía que iba a ser muy difícil terminar todo. Ahora me ha salido una película de unos cuarenta minutos con títulos y esto es sólo la primera parte porque es un offline. Tengo que hacer la postproducción en las próximas semanas. Pero ya tengo la música y el montante completo. Voy a entregarlo todo a Lesgaicinemad el jueves y esperaré con ansia que la acepten. A las niñas les gustaría mucho y a mí también, que ya estoy imaginándome el atavío: pantalones negros, zapatillas, chaqueta verde y camisa blanca. Sigo pensando que tal vez logre impresionar a Cuore, pero, jajajajajaja, vamos a dejarlo, anda.

He estado trabajando intensamente y por tanto he vivido mi creatividad con la misma intensidad. Me ha llenado por completo y me está quitando los blues de septiembre. Madre mía, qué mes. Luego vendrán los festivales, las premieres, etc, etc, etc. Y luego me voy a encargar del guión del largo.

Más cosas. El ordenador ha sido un cabroncete durante estos días y me ha dado todo tipo de errores. Ya me lo conozco, aunque con cada problemilla me ha retorcido un poco más los nervios. Estoy cansadísima, sobre todo de tener que ir al trabajo durante el día y soportar cómo NADIE se molesta en dirigirme la palabra. Ya lo tengo comprobado, debe ser que saben que la externa se va en tres días o que simplemente no he congeniado. Voy a derretirme y esparcirme por el suelo cada día y luego tendré que recogerme con una cuchara al salir, brrrrrrrrrrrrrr

No voy a volver con ellos en diciembre para la otra suplencia de vacaciones, que les den morcilla, me da igual lo que me digan en mi empresa; me portaré tan bien (como siempre) con los otros clientes, en especial los internacionales, que me lloverán elogios (también como siempre) y se pensarán si vale la pena inflarme los bigotes con este tema. Me faltan cuatro días pero se me van a hacer eternos, sobre todo si no duermo lo suficiente. No quiero darle al café, me niego, porque me aceleraría.

Hablando de café: a pesar de mis brebajes múltiples de buenas hierbas, raíces y plantas a los cuales se ha añadido jalea real fresca, esta tarde he claudicado y me he comprado un café. Para más inri Starbucks. La única justificación es: hacen café rico para llevar, es fresco y puedo usar la tarjeta. Por lo demás la empresa me da ganas de vomitar. Menos mal que la gente que trabaja allí es ADORABLE. Además está al lao de casa, en Fuencarral, donde el cine Paz. (A propósito de los pagos con tarjeta: he pagado TODAS mis deudas con la ayuda de mi santa Madre y no voy a volver a endeudarme ni con películas ni con nada de nada de nada. La VISA está escondida por los tiempos de los tiempos. Sólo voy a usar la Electrón a débito).

Al volver a casa con la torre de café con leche con dos cargas de café, sin espuma y leche muy caliente me sentía doña Basurilla por el cansancio que me colgaba de las ordejas. Esta mañana me desperté tarde porque los tapones en los oídos me impidieron oír el despertador. Me los había puesto porque el ordenador estaba haciendo un render de seis horas y no puedo dormir con el runrún, por leve que sea. Total, que he salido escopetada y en diez minutos estaba en la calle todavía dormida, andando súper deprisa y con la sensación de que se me iban a doblar las piernas y me iba a romper la crisma debajo del coche que me atropellaría.

Bueno, volviendo a esta tarde, me encaminaba a casa con el tamaño café y la duda de si iba a ayudarme a terminar la parte que me daba perecilla mezclada con cansancio atroz tras haber montado sin parar seis o siete días; y ente aquí que un viejillo poeta (rapsoda) me paró y me invitó a sentarme a su lado. Temblequeando lo hice, y lo primero que hizo fue preguntarme si era un chico. Yo le dije: "No, yo no, la verdad", porque vete a saber lo que andaría buscando. Se disculpó y me preguntó mi nombre porque quería hacerme un poema. A partir de ese instante el viejecito me conquistó. Tenía noventa y no sé cuántos años en un cuerpo frágil y una piel traslúcida, pero estaba muy bien vestido con sus tirantes, pantalones azules plisados a rayas, gorra en el asiento, corbata chula, camisa blanca y zapatos de cuero marrón bien cepillados. Me sonrió, me llamó cosas bonitas y me agradeció inmensamente que estuviera pasando el rato con él. De haber tenido tiempo y energía me hubiera quedado a charlar con él; me dijo que había hecho teatro y había tenido una vida apasionante. En seguida congeniamos y sospecho que también compartíamos el sentido del humor de aquellas personas a las que les ha pasado de todo.

Se llamaba Ángel, claro. Es uno de los Ángeles y las Ángeles que he conocido en mi vida. Uno de ellos, un italiano en Londres, Ángelo, que apareció también de la nada y me inundó con su magia, su dulzura y su luminosidad en un momento muy doloroso para mí.

Hay personas especiales en este mundo y a veces te encuentran. Tal vez sea yo una de ellas.

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