sábado, 6 de setembro de 2008

Cambio de aires

Ayer creo que se me cortó la digestión. Estaba de camino a Majadahonda con mi sobris y mi hermana y tras haberme pasado el día comiendo orgánico y haber ido a Naturasí a comprar lo que me faltaba de mi lista sana, me comí las patatas fritas hidrogenadas del Happy Meal de mi sobrino. Me dieron unas naúseas horribles a base de atender al peque en el coche y no mirar al frente, lo que debo hacer para aminorar mi tendencia a marearme en el coche, y encima había atasco de pre-puente.

A pesar de sentirme hecha una porquerita hice de canguro y al volver mi hermana del cine tuve una penosa vuelta a casa, pensando en mi cama, temiendo el algarabío de los jovencitos y las jovencitas saliendo de Tribunal y esparciéndose por las calles balanceando sus bolsas de plástico con el cargamento de botellón.

Además, he tenido una semanita fina en el trabajo. He intentado por todos los medios el trabajar algo en el corto pero he fallado estrepitosamente. Motivos: lunes, compulsión infinita por comprar juguetes eróticos para bajarme los bajos humos que expreso en el trabajo odiando a la gente y solventar alguna que otra necesidad. Siendo la primera vez en mi vida que los uso, me esmeré a gusto y quedé baldada para el resto de la semana. No, si lo mío no es precisamente la dosificación (ni el sexo??).

Tampoco dormí lo suficiente el domingo ni el lunes ni el martes con lo que acrecenté notablemente mi mal humor en esta semana puñetera en la que me ha tocado el turno de día. Me repatea trabajar por el día con la gente de día y sus buenos días rancios tipo Condoleeza Rice en el ascensor, como si subieran a su planta a discutir asuntos de estado, puajjjjjjjj.

He sido borde con todo Cristo excepto Sergi porque me agobiaba tanta humanidad. La gente maja de la redacción se ha ido de vacaciones y me he quedado con los tipos y tipas con ingentes cúmulos de rarezas, aún mayores que las mías. En la oficina no me hablan ni les hablo y me dedico a hacer indagaciones sobre el por qué de las transacciones fantasma de mi cuenta bancaria, cómo comprar música para la banda sonora de mi corto en iTunes (ahora que me he decidido a comprar música con licencia y usarla de todas formas), y cómo pasar los idióticos archivos para Ipod de iTunes de no sé qué formato a wav. Voy a bajarme la música de Los Ángeles de Charlie para el corto. Total, cuando haya ascendido a la estratosfera siempre puedo cambiar la banda sonora a otra diferente.

Esta semana de principios de mes he organizado mi nevera para cocinar cosas ricas. Tengo miedo de que la nevera se quede abierta como otras veces o le dé por descongelar cuando le vengan los fluses y se me estropee la súper comida. Aunque me pasé bastante en Los Placeres de Lola y La Juguetería he podido comprar cremitas ecológicas, desodorante sin magnesio (que te hace oler a sudor oye al final del día, pero bueno, es tolerable y hasta curioso), limpia WC para que la gota que te salpique del pisecillo no te queme tanto tus preciadas mucosas, etc, etc, etc.

Mi presupuesto no me cubre del todo lo que tengo que ir reponiendo desde la sublimación de mi sueldo de paro esmirriado pero allí voy marchando. Esta semana, debido a la falta de sueño, la mala leche que me ha entrado en el trabajo, con el consiguiente cansancio físico y mental causado por el estrés, y el descoloque general por no haber hecho mi trabajo con el corto, he desbarrado y el piso se me ha puesto como una leonera. El jueves di fin a todo esto, porque me hace daño a los ojos y me vuelca el ánimo. Me pasé toda la poca tarde que me queda tras mi súper jornada de día extendida arreglando cosas y limpiando los platos que ya olían. Creí que iba a abandonar en mitad de la marabunta, pero aunque estaba cayéndome a cachos de cansancio y agotamiento terminé de arreglar la casa, ya que sabía que me iba a traer paz espiritual, y así ha sido.

De forma que el viernes me levanté de mejor humor, decidí dejar de ser borde (aunque tengo que trabajar en la empatía), me propuse atiborrarme a valeriana y espino albar para pasar un poco de la gente del trabajo. Además estaba híper contenta de haber encontrado una leche de avena rica, algo mejor que la Oatly, y tomar mis cereales matutinos Crunchy de espelta y avena, que están divinos de la muerte. Más o menos he evitado el trigo y los lácteos esta semana, aunque he tenido deslices importantes y saludables para no obsesionarme, y me siento mucho mejor.

De repente la gente del trabajo me habla algo; supongo que se han dado cuenta de que voy a mi aire pero soy inofensiva, y les carcome la intriga sobre mí, porque me ven que me visto diferente y me dedico a zampar todo el rato esas cosas cuyas formas y olores no identifican. Además a una chica del trabajo se le ha puesto malo el niño por una alergia, y para mostrar algo de empatía, tras tres días oyendo el niño por aquí y el niño por acá, me enternecí y aconsejé alguna cosilla a la madre del pequeño ya que ella empieza a interesarse por una nutrición equilibrada.

Un gran silencio se armó cuando les hablé del própolis y la miel no trasgénica. Parecía que les estaba hablando en chino mandarín. Me puse en plan petete experta y les solté una parrafada mientras desatornillaba un PC. Ese día y al siguiente la madre del niño empezó a tratarme como un ser humano. No exagero: ha sido la tía más borde que ha parido madre desde que volvió de vacaciones y se encontró allí a otra chica friki apagafuegos informáticos (yo) y me soltó cuatro o cinco borderías inauditas y sin motivo que me hicieron cerrarme como una chirla y mostrarme hermética y seca en su presencia. El jueves hasta me preguntó si quería que me subiera la comida que hago danzar de planta en planta y corrió al ascensor que iba a coger yo al irme y me ofreció una invitación para una premiere de una película que regalaba la empresa. Ahora está intentando ser más amistosa conmigo. ¿Qué pasará con ella la semana que viene? ¿Me sonreirá o no me sonreirá? Misterio.

La otra chica, ya que de repente su amiga con la que parla a palo seco toda la maldita mañana (y no hace más que decir chorradas) decidió interpelarme por puro contaminación ambiental (yo hablaba con la amiga y, claro, tenía que meter baza). Yo andaba a mi bola atacando profusamente el teclado del ordenador haciendo mis búsquedas, actualizando mi blog, y hablando con usuari@s que llamaban con incidencias. De repente escuché que se refería a mí. Esta chica está bastante rellenita y es de Rivas. Estos dos aspectos nos han separado radicalmente, no sé por qué. Será que tengo aspecto de vivir en Malasaña y pasar a tope de dietas. Cuando chupeteo mis ampollas de ginseng y própolis me mira flipando. Tal vez no entiende por qué no me excuso y le explico qué narices estoy haciendo rompiendo el ritmo anodino de la oficina.

Aunque cuando me dijo que estaba haciendo dieta me di cuenta de que es una de ésas que desconfía de las tías delgadas que zampan todo el día, hablan pedantemente y el resto del tiempo dan el mutis por el foro, como yo misma. Hizo alusión a mi leche de avena y me enseñó una dieta hipoalergénica a base de proteínas que le dio el médico. Yo le comenté que la obesidad y las dietas no se llevan bien con los regímenes de Hollywood y que a Jennifer Aniston le debe oler bastante mal la boca. Le di mi opinión: es difícil tener una dieta que adolezca hidratos de carbono sin atiborrarte a cigarrillos y café. La mejor dieta es la que tiene fibra y alimentos naturales y evita razonablemente el trigo y los lácteos. No se trata de hacer dieta, sino de cambiar el estilo de vida. Le pregunté que por qué quería hacer la dieta que le había recomendado el médico. "Joder, porque no quiero ser gorda." Yo le dije que si le habían funcionado las dietas antes; si después de las dietas había mantenido su peso o había vuelto a lo mismo. "No". Entonces ¿por qué hacía dietas?. Si ella comía demasiado era por una mezcla de genética, hábitos de pequeña y la ansiedad del cuerpo por los chutes de azúcar en la sangre de los alimentos refinados.

"Mi médico es experto y sabrá de lo que está hablando. Además el hombre primitivo comía carne." Sí, pero vivía 25 años, además se comía los ojos, las vísceras y los cuernos de los animales, no sólo la carne. Bueno, total, la mujer se levantó algo airada, sobre todo cuando mencioné a Tutankamon, que a los treinta años comenzó a preparar su tumba porque no pensaba que iba a vivir mucho más, y se piró dando por acabada la conversación.

Luego pensé que debo aprender que en la vida no se trata de adoctrinar sino de predicar pacientemente con el ejemplo . Me fastidió el haberle contado mi teoría completa sobre la salud cuando para ello eso era desatar una polémica. ¿Para qué margaritas a cerdos? Además yo sueno algo prepotente si no me conocen, la gente no capta que realmente me importa el tema y estoy mostrando interés por sus cuestiones. No sé si se molestará en hablarme la semana que viene. Pero menos mal que trabajo de tarde.

Llevo toda la semana intentando acarrear mi identidad estética y ser creativa con mi ropa. Normalmente no le hago ni puñetero caso a lo que llevo, pero el domingo vi que podía volver a llevar unos Levi's 501 que pertenecían al cuñado de Mj, mi dulce novia de Ámsterdam. Tuve que cortarle la parte de arriba al pantalón para que no me embutiera el pecho. Creo que no son unos verdaderos 501 porque si no no me lo explico. Mónix me ha dado su ropa de segunda mano este finde. Hacía algo de tiempo que no me ponía ropa ecológica y por tanto no había renovado mi vestuario, y fue un bueno insuflar mi interés por mi ropa. Creo que a pesar del cansancio sempiterno que tengo, no se me termina de ir la vena expresiva y creativa, lo que es buena señal de que el Lamictal y mis pócimas naturistas me protegen contra los bajones.

El martes vino David de Málaga y le obligué a que me acompañara a Malasaña para comprarme una muñequera. No sé por qué se me metió en la cabeza el ansia adolescente de llevar una muñequera. Estaba harta de pasarme el verano con mis huesudas muñecas al aire, y me dio por ahí. De hecho, la muñequera es genial, porque me protege contra el síndrome del túnel carpiano y me amortigua la muñeca cuando ando desmontando carcasas de ordenador con el destornillador en ristre. Además me recuerda a mis tiempos de tenis. Al final encontramos una muñequera en Malasaña, sí, pero en todo a cien por un euro. Chachi, tiene una imagen de fuego eterno tipo Red Bull, aunque siempre pienso en China y los trabajadores explotados cuando compro algo en un todo a cien. Por eso no me compro ropa: boicoteo a la industria textil. Además mi ropa y mi talla me duran décadas.

Creo que hago lo posible para no ahogar mi identidad bollo en el axfisiante ambiente corporativo pelmazo de la oficina. El problema tiene que ver sin duda conque se trata de un edificio gris. Quiero decir gris por fuera. Nunca me han ido bien los edificios de diseño ni los grises ni los ladrilleros sin alma. En realidad yo querría trabajar en una cooperativa artística o algún sitio sano, y no dentro de estos edificios enfermos que infectan a la gente; a mí la primera. Vale, a lo mejor la gente no está enferma (aunque en esta empresa la gente no está muy feliz que digamos, se les nota por la bordería que tiene todo Cristo) y soy yo la que debería acoplarse o largarse.

Le he pedido a mi súper jefe de la empresa para la que trabajo que no me haga volver a una sustituición aquí en diciembre, por favor, por favor. Y le voy a insistir en que quiero un trabajo de tarde, que parece que va a ser la única manera de organizarme para montar el corto y hacer las cosas que equiere mi vida. Creo que no me ha tomado en serio cuando le envié el mail, pero cuando vuelva a la oficina de mi empresa voy a llevarle a desayunar y le voy a comer el coco con ternura y manipulación emocional y de repente verás que sí me va a hacer caso.

Aunque no sé si voy a ir de Matamala a Matapeor y me va a tocar el telecentro de seguros que suena a mierda pura. Se supone que en este tiempo de crisis debería tener algo de cuidadito, pero, la verdad, paso tanto ... Mi vida ha sido una constante crisis, nunca he tenido dinero y cuando lo he tenido me lo he gastado en cortos y material audiovisual. El resto del tiempo mi novia y yo hemos robado papel higiénico de los baños de la oficina donde estaba de becaria, o hemos comido col roja desayuno, comida y cena. Lo que pasa es que siempre hay alguien que se apiada cuando ve mi nevera vacía de artista. Por eso siempre que la tengo llena me preocupa que se estropee la comida: no estoy acostumbrada. Así que paso de la crisis, los ordenadores siempre se van a andar estropeando, la gente no va a hablar nunca bien inglés en este país y tras diez entrevistas al final alguien siempre me ofrecerá un trabajo mileurista basurilla, así que no me preocupo. En último término tengo mis pelis y mis libros de Amazon al rescate para abstraerme.

Además algo increíble ha pasado: mi madre se ha ofrecido a pagarme las deudas (incluyendo la de Londres) si prometo firmemente no endeudarme (nunca) más. Yo le he dicho que sólamente si le puedo ir pagando a ella mensualmente. Prefiero pagarle a mi madre durante dos años y medio, no pagar intereses y tal vez incluso pillar un trabajo a media jornada para no alienarme. Hooray! Curiosamente, cuando te cambia la vida y te da lo que quieres, a veces te quedas un poco igual, como si lo bueno no te afectara tanto como te lo imaginabas ... Es una forma en que la mente te obliga a darte cuenta de que lo que quieres es realmente más skin deep. Bueno, yo sí que sé lo que quiero, más o menos. Y sé a lo que puedo aspirar en la medida de mis posibilidades (mentales y físicas). Últimamente estoy bastante feliz, y cuando me mosqueo simplemente pongo en acción la terapia de choque: corto, comida rica, rica, o series bollos (la temporada 1 de L Word esta semana, ¡qué buena es, oye!), buscar energía femenina dentro y fuera.

Al final de mi jornada del viernes me tocaron varias personas a las que más o menos solucioné sus horrores informáticos y me lo agradecieron durante más de unos segundos, con lo que me sentí algo mejor. Al salir del trabajo decidí que iba a pasar de volver al colegio por la tarde, y que les daría alguna excusa. Tenía demasiado sueño acumulado y todo quisqui en la oficina había hecho pellas durante la semana por un motivo o por otro. El amor de mi compi de la tarde no iba a tener problema con eso porque no dejaba nada colgado, y los cancerberos no iban a estar allí en una tarde de viernes, ya que los que trabajan "para la empresa" se van los viernes por la tarde; los únicos pringados que nos quedamos somos los externos, que tenemos un contrato animalístico. No estaba segura de pirarme por la tarde, así que hice un gesto significativo: le devolví la tarjeta de visitante al de seguridad con chulería y le miré a los ojos prometiéndome no volver esa tarde. Funcionó.

El resto de la tarde ya es historia.

Hoy, tras la indigestión o la cosa rara de ayer, que sin duda tiene que ver también con el cambio de tiempo (y la culpa por no haber montado el corto) me he levantado como la cabeza de estopa. Me he obligado a salir de la cama a pesar de las cumbres borrascosas que sentía en el entrecejo y los dolores musculares que me atenazan todita, y he saltado a la calle para comprarme equinácea y miel y poder hacerme la pócima mágica anti todo. Al salir me dio de frente el sol y vi a la gente con carritos de la compra en plan kamikaze y ritmo de sábado arrollador. Empecé a despertame.

Fui a la Parafarmacia naturista de la esquina y me atendió el bellezón. El otro día me entró una verborrea primal cuando la vi y me dio bastante vergüenza a pesar del interés que ella me mostraba. Me enteré (aunque casi no le di espacio para hablar) de que había vivido en San Diego por un tiempo y yo le hablé de mis viajes y mis pelis. Cuando vas a comprar en estos sitios, si son amistosos, te da por enlazar lo que tomas con cómo te va la vida. Esta niña es muy dulce conmigo y pero su energía no me convence. Yo me he comportado como si me gustara un poquito. La verdad es que estoy frenándome porque la primera que la vi pensé que esos ojos tan intensos acarreaban peligro. Siempre que me encuentro con esta intuición sobre las mujeres termina ser cierto. Quiero decir que detrás de la dulzura se encuentra una personalidad algo psicótica a la que atraigo para completarse, lo que no es del todo recomendable. La niña es muy atractiva, y no sólo físicamente. Tiene unos ojos preciosos y unos labios brillantes e irradia salud.

Lleva una etiqueta de identificación que pone que hace shiat-shu. Sabe lo que vende y cuando entra otra gente por la puerta mantiene la atención puesta en mí sin querer abandonarme. Hoy me aconsejó sobre los diferentes tipos de miel, y hablando tímidamente con la vista semi-caída me decía que si tenía mal el estómago no debería tomar ginseng en ayunas. Suavemente apartó a un lado la tableta de chocolate negro que había comprado dando a entender que nada de grasas si estoy malita. Estuvo de acuerdo conmigo en lo mucho que cuestan las cosas y lo poco que duran, y en general me tuvo bastante en cuenta.

Es enigmática pero creo que a mí también me ve así y tiene mucha curiosidad por lo que hago y pienso, después de mi maratón yo-yo-yo que le di el otro día. De hecho creo que me tocó el dorso de la mano al hablar de los tipos de miel y se acercó mucho a mí, como si yo fuera magnética o algo así. Pero aunque es súper poco probable que yo quisiera enrollarme con nadie de una tienda, por eso de la ética de ser clienta, no pienso ligar con ella más de la necesaria sensualidad que hay que lanzar a este universo para no centrarla únicamente en una persona. Las cosas como están. Pero volveré a la tienda con regularidad porque cada vez tienen más cosas que quiero y no sólo ella sino la otra chica es un encanto.

Así que al volver de la tienda con el ego levitando me preparé una súper pócima contra el cambio de tiempo: própolis, equinánea, miel, zumo de lima, jalea real, polen, gengibre fresco rallado, composor de Soria Natural y una ampollita de Shiitake y otra de Olivo. Tengo síntomas de principio de trancazo, y paso de estar enferma porque sí. Voy a dormir y apalancarme este finde a ritmo de Radio 3, y vale, mañana volveré con el corto (esta semana curro de tarde, así que lo avanzaré bastante, Además me he estado bajando música en iTunes, no lo he dejado abandonado).

Luego me he hecho un súper brunch: patatas, zanahoria, cebolla, ajísimo, calabacín campestre, semillas de girasol, mucho aceite de oliva, huevo y gengibre, todo ello de mi cesta de hortalizas de agricultura ecológica. Mmmmmhhh, me ha encantado. Y además me he pasado el tiempo que cocinaba probando la comida y comiendo chips tortilla de maíz súper crujiente y saladito.

También me he comprado pasas, semillas de calabaza y pipas, y las voy a utilizar para sazonar todo tipo de comidas. Me he dado cuenta de que tengo la piel súper suave últimamente y un aspecto saludable. Tengo que hacer más ejercicio pero todo llegará. Lo que quiero es pensar saludablemente.

Me encanta David Copperfield y me está ayudando a volver a la narrativa. Han llegado de Amazon, tras el jaleo de las compras duplicadas de hace dos semanas (me han dado un refund y un libro gratis, jeje), Memories, Dreams, Reflections, de Jung, A Reader sobre George Steiner y falta el súper libro de Steiner sobre la imaginación. Steiner habla en su libro de cómo no hay que coartar ni editar el material que escribes aunque al revisarlo tras un tiempo te parezca un petardo. Es muy interesante y súper intelectual, fresco, cerebral, espontáneo ... Me deleiteo con sus palabras como si de un rocío literario se tratara. Jung me entusiasma y me extasia con sus viajes por el subconsciente, y Charles Dickens es tierno, sensible, humorístico, observador. No pierdo de vista las 700 páginas de su libro y lo voy a tener que leer más que en las horas muertas del metro, porque a este paso, si me balanceo en cada frase imaginándome el Londres victoriano que tan maravillosamente describe, me voy a despistar y pillar cinco libros a la vez.

Los de 200, 300 páginas me los ventilo más o menos rápidamente, pero a Dickens le leo despacio, deleitándome en lo mucho que me divierte leerle; no voy a poder hacer nada más. La verdad es que sé que la gente lee, pero yo me siento una extraterrestre cuando me enfrasco en Dickens en un vagón lleno de gente que lee best sellers y ADN, 20 Minutos o Metro.

Voy a empezar a leer más blogs de la gente, porque es ahí donde se encuentra la verdadera subversión intelectual y creativa que necesito me aliñe la vida.

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