Flechas, dardos hirientes y simientes abordadas por el olvido. No existen los silencios ni la ignominia. Los jilgueros repiteny vomitan enmarañadas bolas de pelo.
Humedades discordantes y verticales que emanan en cascada rompiendo aguas a lo largo de mis muslos interiores. Plácidos gemidos e insuflados suspiros que envían predeterminadas partículas frenéticas que se amotinan contra unos cromosomas alucinados.
Debes quererme más porque hoy te deseo menos.
Pérdidas ausentes y delirantes del todo irreales me alejan de mi rumbo, pero no logro asirme al brazo elástico que me propulsa hacia el vacío.
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