terça-feira, 2 de março de 2010

Los ríos


Me fascinan como lectora, y sin embargo, como las páginas heridas, siempre han estado allí. Los telones de fondo repiten sus emisiones y los hoyuelos en el aguan revierten al aguacero. Lo inesperado, la aventura, se suceden como los viajes luminosos en una edición tras otra, con gran tirada, manteniendo el pulso.

Se dice rápido, y sin embargo la metáfora hay que reflexionarla. Los personajes del mar, de los lagos, de los arroyos y las montañas reverberan en el brillo de sus aguas, se esconden en las aristas salientes de sus aguas, las mismas que otrora los tragan empecinadas en ir contracorriente, con salmones imaginarios horadando sus aletas en la hiriente luz del cieno. Mientras los salmones mueren los trigales dorados se revuelven en formas redondas y achantadas, vibrando y resonando con el vuelo del aire labriego y las pompas de esporas de diente de león que pululan como un cargamento de riqueza, como suspiros anegados de salvia y suelo, como sudor rugoso mezclado con campo, y vistas presenciadas por primera vez. Las ondas terrestres promiscuas podrían fecundar regiones enteras con su magnética influencia.

La cualidad irreversible del silencio te mece en este remanso de sol y sabor a tierra rojiza. Los relatos fluyen como las amaneradas y fatigosas repeticiones de los ciclos naturales. El arroyo serpentea como un látigo de frecuencias deseosas, de emociones sin descubrir. La invariabilidad de lo inesperado sepulta las entregas de los desconocidos afluentes. Los ríos se enervan como países, como bravuras tempranas e inexploradas. Las incógnitas se acumulan y apenas se renuevan, pero la estructura narrativa, ignota, se retuerce en plena mancha que devora y brota del mismo sitio al fin.

Puedes bañarte en un medio que te lava y te reconforta, pero no dejaría de ser un medio extraño: un peligro. Los azules danzan, la tentación de la metáfora te seduce y te empuja a adentrarte en la jungla. Los libros dan vueltas y se sumergen como agentes de incógnito sobre la superficie del torbellino de aquellas civilizaciones presuntas que no desenredan su pasado.

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