Con decisión y con orgullo de ciudadano cívico me acerco al garrulo de seguridad de Mercadona. Perdona, el de la cazadora negra... -le indico mientras noto que el pavo me va subiendo, que mi cara tira a colorada-, está robando y lo lleva en el bolsillo de la izquierda, perdón de su derecha.
-"Sí, ya le he visto, le estoy siguiendo". Me responde sin apenas mirarme.
Qué poco aprecio. De súbito me siento mal. Acusica. Vuelvo a mi carro de la compra, en el pasillo de las carnes, y espero a que regrese Toni con un pollo en las manos. No le digo nada. Como delator tengo mala conciencia y le doy vueltas al asunto:
La mayoría de los hurtos se producen entre el día 20 y el 30 de cada mes. Lo sé, hoy es 26. Y esto me urga más en las ascuas de la conciencia. Cavilo y llego a mi conclusión de que el autor no es un ladrón profesional sino una persona a la que ya se le han acabado los recursos.
Conociéndome me habría muerto por seguirle, sigilosamente, pero con mucho disimulo. Pero temía que se cruzaran nuestras miradas y descubriera que la mía había sido inquisidora. Salí del supermercado sin conocer el resultado de su hazaña. He llegado a casa lacio.
A todos nos cuesta llegar a fin de mes. Eso no nos exime de tener que cumplir las normas. Imagínate que un mes voy mal de pelas yo y decido unilateralmente el cogerte 50€ de tu bolsillo. Si pedirlo. Estaría cumpliendo mi base motivacional de Maslow, pero ¿es correcto? NO.
ResponderExcluirNo podemos vivir en un mundo en el que cada uno se crea sus propias normas, que nos llevaría a una répública bananera.
Gracias por tu acción.
Acusica!
ResponderExcluirjajajaja