segunda-feira, 22 de março de 2010

Auroras


Todo movimiento que hacemos tiene una dinámica, una inercia, una historia detrás que nos permite encontrar cierta paz y tranquilidad en una rutina integral matutina o nocturna, donde nuestro cuerpo se mece en los movimientos múltiplemente estudiados, retribuidos en el trascurso de las horas sin sobresaltos.

Te levantas, tienes la luz, sabes cómo alcanzar la alarma sin mirarla para otorgarte unos minutos más. Haces un recorrido mental de cómo tienes dispuesta la ropa, cómo vas a ahuyentar el sueño, cómo vas a posar las plantas de los pies en la superficie del suelo sin abarcar el frío. Todo lo tienes más o menos controlado, pero hay un problema. No puedes seguir así.


Tienes que crear nuevos recorridos neuronales o por lo menos desarrollar la capacidad de ser flexible ante los acontecimientos, tus propias acciones, si es necesario de forma escénica. Porque si no te encontrarás en lucha contra tus propias tendencias: por un lado eres creativa en tu pensamiento aplicado a tu vida, pero por otro te arrincona la rigidez.

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