No iré a trabajar
no tengo trabajo
te tengo a ti
y mi tos cargada
en mis pulmones
me entretiene y me sana.
no tengo trabajo
te tengo a ti
y mi tos cargada
en mis pulmones
me entretiene y me sana.
Tus ojos y tu mirada me persiguen. Los recuerdos los dispersa el andar del vecino por el techo. La goma de sus zapatos abriendo y subiendo armarios de madera nueva que huelen a él. Tengo calor pero no me levanto; te espero mientras el mundo gira y yo lo rechazo serena entre jolgorios de pájaros y toses que retumban en mi pecho como ciénagas de flemas añejas y polvorientas, como corrientes estancadas de besos futuros esperando salir y oxigenarse con tu aliento para redimirse de sus retrasos.
Mi tos es todo, es verde musgo con ecos, enferma de amor y de flechas que emponzoñaron mi pecho hasta encontrarte. Ahora expulso el hedor hasta que se exude y se desgaje todo lo demás; hasta el sueño, las cremas, el jarabe dulce y rosa de la tos, la amoxicilina maldita en sus curas, el sabor de leche agria en mi boca. Enferma, saetas, tragar, soñar, logros, aventuras quebradas, huesos que se derrumban, luz y sol que aclara la vista y soborna y ahoga la piel de mi cara.
Escupo a sabiendas de que no servirá para nada; las flemas ascienden a mis fosas nasales, las humedecen y enmudecen la tos bronca y cansada. Exhalo, expectoro, espero, sueño de puro agotamiento, te deseo, admiro tu marcha, tus piernas, tus caminatas y treguas insatisfechas con las escapadas raudas y febrilmente inútiles del tiempo fugit.
Mi tos vuelve, inmunda, renuente, insalubre, espesa y sucia. Escupo en la imbécil y simpática taza de Disney que he sacado y que navega con agua de ratania para mater los gérmenes que ahora anidan en esta casa por mi culpa. El Boxer me escucha y creo que se apiada. No sé si los perros tosen flemas malditas. Ella intenta dormir pero vela mi enferma inconsistencia de los pulmones marchitos por las primaveras infieles y astringentes que me supuran sin piedad. Ayer cambiaron de ruta y asediaron mi cérvix -cobardes, cobardes, se quisieron infiltrar los hongos húmedos y estriados en viscosidades macilentas. Me liberaré de ellos porque ahora salgo de ti y tú me liberas las cadenas cárdenas con tu sonrisa y tu saludo bello. Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero y te quiero.
Soy un canto callejero y esquilmado y tú me recogiste a tiempo, mi amor. Qué desvarío de quereres, qué inocuo respiro para acrecentar el oxígeno que te lleva. Días ciegos de amor por ti, inutilizables, alargados y secos, exprimidos, invisibles al mundo, retornados a voluntad. BBailabas entre sombras y huecos en el 8 y Medio tras dejar las chaquetas en el ropero. Nos dejamos seis euros por un par de cazadoras: tu Adidas y mi forro polar londinense, regalo de una ex-amante. Tú oscilas tus bebidas y tus hombros y bailamos abrazadas durante horas. Me encantas. Te sueño. Mi respiración se columpia herida de muerte por el humo del tabaco ajeno. Mis ojos están secos y enfebrecidos pero te miro y me balanceo en tus movimientos. Mi móvil reposa en el ropero con tus mensajes de amor y deseo. Madurez estrellada como esa noche fértil y preñada.
La ceniza de la tos me araña la tráquea y torso mientras me abrazas sólo con tus manos fuertes. Te quiero. Me adentro más y más, me da miedo pero tú no me das miedo, exijo tu presencia y andar intenso. Me aterran tan sólo mis debilidades; quiero cumplirte.
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