sábado, 30 de maio de 2009

Excelso cotidiano


Sensaciones, primacías, contingencias y fugacidad. ¡Qué error tentador adherirte a ellas como únicos candelarios de nuestra existencia y nuestro paso por la vida! Yo quiero refugiarme en los momentos sordos, incólumes, retorcidos, en sus inconsistencias, y perderme en los arrullos de la intuición porque crean algo nuevo, terrestre, inacabado, insospechado, irrepetible y centelleante, como las acometidas del presente con sus sorpresas, o las vibraciones cardíacas, o los especímenes de serpentinas y esporas míticas.

Allí deseo encontrarme y encontrarte: en las esferas pálidas y refulgentes como Excálibur, que recogen los brillos de lo excelso cotidiano. Para metamorfosearme fantásticamente en viajes de la razón, seriegrafías corporales, inmensidades bellas, efervescencias plenas, prismas irisados y ligeros de equipaje y en llamaradas cíclicas. Quiero que nos entreguemos a los ecos paralelos y sonoros, a los pinzamientos periódicos de las emociones añoradas y extrañas.

Nos encontramos poco a menudo con estos momentos ensoñados entre bastidores, al bies, plisando los entretantos, las frecuencias entremezcladas entre fases de las actuaciones, en las perezas entre pensamiento y pensamiento, en los entornos insospechados.

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