
Es desesperante e impreciso cómo la tranquilidad puede cernirse sobre ti sin avisar. Tú que siempre estás soñando con la tranquilidad que siempre la deseas, la ansías, la rememoras, y sin embargo qué fácil te huye y se ausenta mientras tú herida de muerte en un combate que no tuvo lugar te quedas sentada en tu silla sin mucho que decir.
Es todo tan esperpéntico, tan aleatorio y tan imprevisible. Podrías sudar tinta escribiendo sobre las heridas de tu carne y los naufragios continuos. Y lo haces.
Cuánta gente sucumbe ante la imprecisión total de los pensamientos ajenos. Esos que ten envuelven cuando te despiertas y no eliges el paisaje sonoro en el que te encuentras. Es un tapiz esponjoso y poblado de vetas y sobresaltos en el puente entre ambos lados del espejo: el soñado y el vivido.
La rapidez con la se escapa el momento ...
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