Memorias asignadas, (re)yertas. Entonadas, imprescindibles, audibles para quienes se inician en el proceso de considerarlas.
Arribismos varios se alteran y alternan con la metamorfosis de las calabazas. Reencuentros, invasiones, palabras que no terminan de zarandearse, espacios en blanco, misivas de la mente que no alcanzan el corazón, que inhiben el respirar como la yedra a su muro.
Te quiero, sí te quiero verde. Te quiero.
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