Un montón de cosas que han cobrado un sentido exagerado, sin darme cuenta; un lugar en un orden exagerado, todos mis papeles, mis requiebros, mis movimientos se han ordenado en una estructura más dura que el granito. Hay una seducción en el sentir que todo adquiere esa forma, que de repente sin habértelo planteado creas una serie de rutinas trasversales. Pero qué miedo de repente el pensar que mientras me olvidaba de mí, se reorganizaba todo este hábitat de metáforas, de pensamientos que me revelan el sentido del mundo pero desde el mundo, lo que no tiene mucho sentido.
Son corrimientos de tierra infinitesimales que poco a poco te van ganando el terreno. Las conversaciones con los demás crean cúpulas de cristal, los acontecimientos se convierten en redes virales en tu propia vida, ese sentido, ese sentido que parece poblar todo lo que tocas antes de convertirte en estatua de sal. Engordas si te comes un paquete entero de patatas. La gente se enfada contigo porque te pones nerviosa. Te pones nerviosa por haberte comido un paquete entero de patatas. A quién se lo quieres explicar ¿a quién? Tienes que ser coherente para ser alguien, ALGUIEN. Todo esto no tiene ningún sentido.
Lo único que lo tiene es darte cuenta de que si te hubieras ceñido al reborde del sobre no hubieras caído dentro y no habrías deseado de repente convertirte en su contenido. Lo único que te interesa es el borde del sobre, que te dejen.
No es fácil vivir con una mente enajenada que no sabe reorganizarse. El Spring Cleaning is near y las amenazas de cambio con él. Lo bueno de levantarse tarde tarde es el descubrir que puedes ser lo más cercano a un topo, a una musaraña, porque al abrir los ojos, o incluso antes de hacerlo, notas que tu boca ha estado traspirando por ese lado de la cama. El olor de las sábanas es aún más fuerte, hasta te escuchas tu propia respiración. Es un placer muy intenso que no te lo puede dar el levantarte pronto por las mañanas.
Pero ay de ti si no le encuentras sentido a la tarde. Si te olvidas de que la tarde no es un día, si enlazas con aquella otra tarea sin pensártelo mucho, esperando que no llegues tarde, porque si no los quince minutos en la ducha son impenetrables, insoportables.
Vas a sumergirte en la muda antigua de tu cama. Tus sueños siguen siendo la moneda de cambio de tu día. No vas a poder lavarte el ceño fruncido con pensamientos rosas. Un buen sueño, un sueño certero, un sueño que te lave la cabeza con Ariel, con las partículas del jabón, que ahora no me acuerdo cómo se llaman pero que suenan igual que las radioactivas.
Todo se trata de andar por la playa sin clavarte las conchas, o de comer paella sin tragarte las chirlas.
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