
Es una sensación que te almidona la mente, te eterniza la indecisión, te invoca tus demonios.
Y ves que dura mucho más lo que eres capaz de soportar. Otras veces parece que puedas movilizarte, porque de manera asombrosa se provoca la chispa de la iniciativa y logras poner en marcha la maquinaria.
Nadie quiere escuchar esto y debo esconderlo y amortiguarlo con cientos de palabras. Si el carácter pudiera medirse por el número de palabras que vierte querría consolidarlo escribiendo sin parar, aunque no parezca real este sueño de prolífica actividad, aunque sea forzada, porque es un salvavidas, un objeto lanzado al horizontes que finalmente existe porque no te pasas el tiempo preguntándote el por qué.
Existen grandes dudas en el horizonte sobre ti, y no sólo las creas tú.
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