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Fernando Marañón, ex vicepresidente de McDonalds en España, escribió estas líneas poco después de que lo despidieran, con 54 años, tras 14 en la empresa.
Rondan los 50 años y llevan trabajando desde los 16, casi siempre, para la misma empresa*. Y los empresarios ya no los quieren. Creen que son muy caros, porque con la antigüedad han ido incrementando su salario, que producen menos que los jóvenes y que se adaptan peor a los cambios. ¿Tienen razón? Pues no, y basta alarmismos, ¡hombre ya!
Empiezan a echarles en falta. Los ingenieros de Telecomunicaciones de Cataluña acaban de hacer un llamamiento de socorro para recuperar a prejubilados y paliar el déficit de profesionales. Y por otra parte, es cierto que el trabajador maduro necesita reciclarse, pero las empresas rara vez envían a una persona de 50 años, por ejemplo, a un curso.
Cierra el reportaje de El País afirmando que la juventud ha crecido en un mundo más orientado al consumo y más competitivo, lo que se traduce en perfiles comerciales y agresivos. Los mayores se han educado en la filosofía del valor al trabajo y son más leales a la empresa.
*No es mi caso, Hacienda me ha desangrado por tener tres pagadores el 2007, en 2008 ya van dos, y seguro que sumando antes de que acabe el año. Qué pena, con el pedazo de viaje que me podía marcar a Argentina, Patagonia incluida.
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