segunda-feira, 12 de maio de 2008

A la cuneta

"Eres un triunfador, y de repente te llama tu jefe a una reunión imprevista, le notas nervioso, algo va mal. Te dice que ya no cuenta contigo, que no confía en ti, que estás mayor y que quiere sangre joven. Te entrega una carta de despido, a ti, que eras imprescindible, que le has entregado los mejores años de tu vida a la empresa. No es posible, de directivo a parado. Sigues madrugando como si nada hubiese pasado, descubres lo poco que avanza el reloj y la regla del 95%: el 95% de las personas que te llamaban no te llamarán nunca más".

Fernando Marañón, ex vicepresidente de McDonalds en España, escribió estas líneas poco después de que lo despidieran, con 54 años, tras 14 en la empresa.
Rondan los 50 años y llevan trabajando desde los 16, casi siempre, para la misma empresa*. Y los empresarios ya no los quieren. Creen que son muy caros, porque con la antigüedad han ido incrementando su salario, que producen menos que los jóvenes y que se adaptan peor a los cambios. ¿Tienen razón? Pues no, y basta alarmismos, ¡hombre ya!

Empiezan a echarles en falta. Los ingenieros de Telecomunicaciones de Cataluña acaban de hacer un llamamiento de socorro para recuperar a prejubilados y paliar el déficit de profesionales. Y por otra parte, es cierto que el trabajador maduro necesita reciclarse, pero las empresas rara vez envían a una persona de 50 años, por ejemplo, a un curso.

Cierra el reportaje de El País afirmando que la juventud ha crecido en un mundo más orientado al consumo y más competitivo, lo que se traduce en perfiles comerciales y agresivos. Los mayores se han educado en la filosofía del valor al trabajo y son más leales a la empresa.

*No es mi caso, Hacienda me ha desangrado por tener tres pagadores el 2007, en 2008 ya van dos, y seguro que sumando antes de que acabe el año. Qué pena, con el pedazo de viaje que me podía marcar a Argentina, Patagonia incluida.

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