quarta-feira, 21 de maio de 2008

Con los pies en la tierra

Aquí ando, creo que algo más centrada, aunque esta mañana he tenido que trabajar muy duro para conseguirlo. Me pasé ayer toda la noche hasta las cinco de la mañana sin querer rendirme a la evidencia de que después de conseguir instalar Mac Os X Tiger en el G3 Beige -con una actualización de procesador G4 de 1Ghz de Sonnet que compré en eBay (¡tamaña hazaña!) al cambiar la resolución del monitor la personality card no quisiera saber nada de la nueva resolución y se fuera todo a hacer puñetas. ¿Por qué siempre tengo que toquetear todo para hacer cositas cuando he conseguido que me funcionen las cosas? ¿Por qué no soy más conservadora y mantengo el status quo que tanto me cuesta equilibrar? Porque yo no soy así. Siempre tengo que probar ese poquito más, push a little y arriesgarme el pellejo para aprender algo que no sabía hacer antes.

Bueno, lo hecho, hecho está así que estoy de nuevo en la lucha porque cambiar el disco del Beige al B&W y meterme en el Open Firmware de Mac Os X con los comandos de turno no me ha servido de nada ... Así que a formatear de nuevo se ha dicho! Joer, por quinta vez ... (la cosa va bien, Beige, prepárate, vuelves a la vida ...)

En el fondo lo que quería era irme a la cama con la satisfacción de haber hecho algo, de haber llegado al final de la escapada, porque esta mañana también he tenido entrevista de trabajo en la ETT y mis sospechas eran fundadas: menudo bajón de entrevista en ETT mierdecilla. Primero hablas con ellos que te miran bien la cara para cerciorarse de que eres buena persona, pero, bueno, no tienen ni idea de qué va el trabajo, claro. Se ganan las habas simplemente poniendo anuncions en Infojobs.

Después hay entrevista con la otra ETT que es la que da el servicio al super cliente hormonado. Tras eso "eres seleccionada" para una semana en Hawai con los gastos p ... ah, no, quiero decir: una semana de formación SELECTIVA de 40 horas sólo retribuida en la segunda nómina. ¿Y qué pasa si no te seleccionan? Si van cuarenta pero sólo quieren coger a dos. La "retribución" de la semana son unos €130, por una semana de 40 horas!!! Estas son las típicas cosas que me deprimen de las entrevistas de trabajo en Paña.

Estoy intentado trabajar en la modulación de la dopamina de forma mental. Por eso ayer necesitaba irme a la cama con la sensación de que he conseguido mi proyecto. Una amiga informática me preguntaba desencajada por qué pierdo el tiempo intentando que funcione una carraca con tecnología caduca cuando hay sistemas nuevos que no necesito configurar. Hace seis meses me puse en contacto con su novia para que me ayudase a montar la serie de internet. Según ella estoy perdiendo tiempo y dinero. (Ella no sabe que en realidad llevo con el G3 Beige parado desde el 2005, hasta que me lo pude traer con el resto de mis cosas de Londres el año pasado y encontré una manera de hacerlo revivir pieza por pieza gracias a eBay y mucha comedura de coco).

La cosa es que no supe convencerla de lo importante que era para mí trabajar con mi querida tecnología vintage. Con el ordenador que me compré en Londres en 1998 y con el que creé la mayoría de mis pelis. Con el software de montaje legacy que conozco como una lengua materna. Yo sé que en esta cultura todo se renueva y se quita de en medio, pero para mí el recuperar algo que todavía tiene vida en sí y que acarrea significado emocional y hasta un (discutible) alma es muy importante para mí. Sí, puedo aprender un millón de cosas nuevas (si tuviera la motivación para hacerlo) pero necesito otras a las que afianzarme. Tal vez tenga miedo al paso del tiempo y quiera recuperar esencias del pasado con estos comportamientos. Las experiencias crean en nuestro cerebro surcos físicos, conexiones neuronales que evocan un momento, un instante de nuestras vivencias. Para mí el tiempo se renueva demasiado deprisa y necesito tener en mis manos mis objetos, mis recuerdos el mayor tiempo posible, era tras era, para encontrarles el sentido.

Uno de los grandes leit motifs de mi vida es que el pasado tiene mucho con lo que sorprendernos. No creo en el futuro, sólo en la reinterpretación cíclica de mi pasado. He dejado de lado mi yo interno con mis viajes y mis experiencias y ahora estoy intentando entenderme por primera vez y necesito reencontrarme en todo mi esplendor y decadencia. Mi verdadero yo - el primigenio, el más veraz, es mi yo creativo y solitario de cuando tenía cuatro años. Unos años más tarde, cuando la madre de inglés llorando a moco tendido me hizo sentirme culpable por no hacerla caso y así, de sopetón, entrara en la vorágine social de importarme lo que los otros pensaban de mí ahí, ahí la jodí. He vuelto a España para reencontrarme con mis paisajes interiores, los olores y los surcos neuronales emotivos. No quiero tirar por tierra los que experimenté fuera, pero para mí éstos son un bagaje que por ahora mantengo con frescura en mi memoria.

Conocí a Frans en Ámsterdam; yo no sabía que estaba muriéndose, pero él si lo sabía, aún así le interesaba conocer gente nueva y entregar parte de sí mismo a los demás. Le envié mi CV y una oferta de colaboración a voleo, sin saber mucho de él, sólo que era artista y que tenía una productora de cine. Entré en su casa; estaba llena de objetos reparables, piezas acumuladas y formatos técnicos extinguidos con acabados de madera barnizada e interruptores que se hunden hacia dentro o se deslizan de arriba a abajo. Yo no sabía gran cosa de él pero mostró gran interés en lo que yo hacía, vio mi película y hablamos un par de veces tras aquella cita. Era el típico holandés con espacios entre los dientes, yemas de los dedos con manchas de nicotina, larguirucho, con ojos chispa tras sus anteojos de acero dorado. Unos meses más tarde me enteré por sorpresa de que había muerto. En el festival de Rotterdam pusieron un documental en el cual sus amigos hablaban de él. Alguien comentaba cómo se sentaba delante de una máquina que no había funcionado en mucho tiempo, un sintetizador, por ejemplo, y lo observaba durante horas, pensando en cómo arreglarlo.

Mi tío abuelo se encontró por la calle cuando era joven un jarrón chino enorme roto en mil añicos en un saco. Al jubilarse decidió reconstruirlo y restaurarlo. Mi familia proviene de una estirpe de luthiers de la vida y sus objetos.

Los vaivenes de la dopamina a mí me producen la necesidad de volver a reiterar esos paisajes cerebrales para volver a sentirme bien, recuperar el entusiasmo, volverme loquita de actividad.

Sólo así puedo estar con los pies en el suelo.

2 comentários:

  1. Tela marinera tus neuronas como trabajan!!! Escribes muy bien, ¿lo sabías?

    Hay una frase que me gustaría que me explicaras:

    <<...No creo en el futuro, sólo en la reinterpretación cíclica de mi pasado>>

    Animos con tu reencuentro (creo que a muchos nos haría falta dedicar un tiempo a esto, para que nuestra vida no pasara sin más...).

    Un petó

    Maria

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  2. ¡Gracias, guapa! Te respondo en otra entrada ... esta idea del pasado fructífero es muy interesante y me ha inspirado a ver las cosas de un modo diferente.

    Una --<---@ para ti, riégala

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