Estoy en junio; es un mes no deseado, como un bebé que no habías planeado pero que al llegar aprendes a conocer y a amar. Aunque encontrada me siento todavía algo perdida. He volteado entre albornoces de amar, precisiones que meses atrás y años atrás se me antojaban imposibles, he compartido y creado emociones que me han sublimado. Y ahora he de contemplar mi vida y plasmarla en un mapa de tiempo con las nuevas coordenadas en las que disfruto de un amor y una comprensión sin límites; tengo que centrarme y ver cómo la dejé dos meses atrás y qué es lo que quiero conseguir y cómo. Aunque ahora no me escuece el cómo sino el qué, porque ya sé que el cómo me va a dar placer al vivirlo pleno con I.B. ya que ella me ha enseñado el paisaje de flores de la fusión con el alma gemela que siempre soñé, y me colgado guirnaldas en el cuello; cree en mí y me extasia, y me ha hecho ver la vida jalonada con un manto de ilusiones que reverbera.
Ahora quiero crear aunque me vuelva a frenar, crear, frenar y salir, salir afuera desde dentro, concentrándome siempre en el momento presente, el resquicio en el que puedo faenar, lejos de la tormenta y los remolinos de angustia de las noches sin luna, donde las estrellas son punzantes y no te quieren. En ese escondite que he creado ya con paredes orgánicas me siento segura, y concentrarme en puntos de luz hasta que extirpe las estrellas del cielo revuelto de la tormenta y sentirlas lucientes en mi piel, como pinchos de pasión, será mi inspiración. Creo en ti y me has llevado a una habitación con vistas.
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