Ir de visita

Me siento libre, pleno, orgásmico y eufórico. No lo creo aún. La familia Monster se ha pirado. He tenido nueve días, que se dice pronto, a los padres de mi compañero de piso de visita. Y no pasa nada, porque las visitas siempre se agradecen.

Pero no, no nos engañemos, una visita es bienvenida siempre y cuando cumpla el gran mandamiento de la visitas de Dora. "No incomodarás a tu antitrión, evitando modificarle sus hábitos". Y ¡zas! ahí es donde han fallado los Monster.

Señores, vuestro hijo no vive solo. Comparte con otro chaval, sí, conmigo. Por tanto el salón no puede ser vuestro dormitorio 24h al día. Sólo se os brinda el sofá para poder dormir. Yo también como, y lo hago en el salón, y a veces veo algún reportaje, y también lo hago en el salón. Si no sois respetuosos en mi casa y os suda la polla, como habéis demostrado, no puedo hacerlo. Y es mi casa. Modificáis mis hábitos y me cohibís. Tengo vergüenza, y el veros sin apenas ropa andando por mi casa, me aumenta.

No, señores, no vivís aquí y como sois tan majos que le habéis alquilado una habitación y un baño a Dora.

Mi compi, que me conoce, se lo ha comentado a sus padres, pero se la sudan, amparándose en que "están mayores". Señores, si están mayores y os están dicidiendo que molestáis. Sed educados y coherentes con vuestra situación, y quedaos en vuestra casa.
Ah, y por favor, ¿cómo se os ha podido olvidar darme las gracias por todo y pedirme disculpas por las molestias?

El broche final ha sido hace unos momentos, cuando he vuelto de ingresar el cheque de mi finiquito, y me recibe una bocanada de sardinas fritas en la entrada de casa. Qué-puto-asco.
Lo sé, abuela: "El huésped y la pesca, al tercer día apestan".