Al final de la jornada de rebajas del viernes, subiendo por la calle Montera, les pido a Toni y a Bebe que me esperen un momento en la puerta. Entro en Springfield.
-Buenas, la semana pasada hice una compra y no llevaba la tarjeta cliente encima. ¿Te importa pasarme los puntos?
-No, no podemos. Me contesta el dependiente hetero que no me encaja en la caja de este tipo de establecimientos.
-Ah, ¿por algún problema informático o... ?
-No, antes sí se podía pero ya no nos dejan.
-Vaya, ¿Así que me estás pidiendo que venga con mi compra, la devuelva y la vuelva a comprar para que puedas cargar los puntos de mi compra en mi tarjeta?, le pregunto mientras me irrito y la palabra mágica va ensalivándose en mi boca.
-Yo no, haga lo que quiera. Pero un día desde la central nos enviaron un mensaje y no sé por qué nos prohibieron hacerlo.
-Está bien, si a ti no te dijeron por qué, dame una hoja de reclamaciones y que me lo expliquen a mí.
En este momento levanta la mirada sobre mí y busca a su encargado, que debe estar un par de metros detrás de mí. Le traslada mi interés por mis puntos y, sin pronunciarle mi palabra mágica, su jefe le da el visto bueno para cumplir mi petición.
Abandono la tienda con zancada larga, con la tarjeta satisfecha pero pensando por qué hacen lo fácil complicado. Por qué es necesario emplear la palabra mágica para conocer el límite del establecimiento...
Porque si cuela, cuela, imagina por un momento la gente que no se queja, que baja las orejas y se va de la tienda, imagina digo, el dinero que se ahorran por algo que se comprometieron a hacer y no hacen..imagina..
ResponderExcluirSnow
Me encantaría estar a tu lado cuando te pasan estas cosas....Debe ser genial la cara de la otra persona cuando respondes hábilmente...(si los puntos suspensivos hablasen...jajaja!!)
ResponderExcluirjajajjajaj ayyy dieguito qué seríamos sin tus reclamaciones, gracias por recordarme este episodio. Toni y yo no estábamos presentes, nos quedamos en la puerta sabiendo lo que podía pasar, nosotros somos de los que bajamos las orejas y salimos corriendo...ya nos conoces, gracias, besito
ResponderExcluirImagino tu cara de mala arpía disfrutando con la cara de,Oh oh problemas!!! del chico de la tienda, jajajaja.
ResponderExcluirDe todos modos esto te encanta porque sino no serías Diego!!
Un besote amor.....
Estoy con Bebe, pese a no estar allí habríamos bajado las orejas, pero no la vista, ya que en ese mismo instante veíamos con obnubilación el cartelillo que decía "Se hacen ojos ortopédicos a medida".
ResponderExcluirUn abrazo muy grande
Diego en estado puro
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